«Entre los cristianos pasó lo mismo que entre una pareja de esposos. En la vida de pareja, las dificultades son inevitables. Sin embargo, si hay amor, éstas sirven para mantener y hacer crecer la unidad. Cuando en cambio no hay amor, los problemas se vuelven un obstáculo insuperable y se indican como motivo de la separación. De tal suerte que, en realidad, no son los problemas los que destruyen la familia, sino la falta de amor. Lo mismo entre las Iglesias. La división se dio no sólo por motivos religiosos o teológicos, sino también – y a menudo sobre todo – políticos, económicos, culturales. En la medida en que crezca el amor, la desunidad se volverá insoportable y los problemas se superarán. Pienso que un día, cuando Dios quiera, las distintas Iglesias, sin abandonar la propia tradición y todas aquellas expresiones legítimas que han desarrollado a lo largo de la historia, podrán participar en un Concilio reunificador para hacer que la Iglesia sea una, aun conservando tantas expresiones. Tal vez ahora es prematuro, pero Dios puede hacernos vivir mil años en un día. Sería un acontecimiento que impresionaría profundamente también a todos los miembros de las grandes religiones». De “COLLOQUI” – Pasquale Foresi – Città Nuova 2009 – pag. 155-156-161
Poner en práctica el amor
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