“Serán tomados en serio”, aseguró el Papa. ¿Cuántas veces ocurre que los jóvenes de esta sociedad no se han sentido considerados, verdaderamente escuchados, y tomados en serio? “Tal vez no nos toman en serio porque tienen miedo a que nuestra falta de experiencia pueda llevarnos a equivocarnos en todo. Tal vez es verdad que debemos aprender mucho, pero por otro lado nosotros tenemos algo que los adultos no tienen, que es el ser jóvenes hoy, aquí y ahora. Una experiencia distinta de la que vivieron ellos. Precisamos su experiencia seguramente, pero tenemos este plus que ellos no tienen. Por su lado, los jóvenes no debemos caer en la crítica improductiva hacia los adultos, ni tratar de destruir al otro, sino más bien se puede cultivar un diálogo intergeneracional profundo y sin juicios. Jóvenes y adultos tienen particularidades que ofrecen la posibilidad de un enriquecimiento recíproco fructífero: la persona adulta se rejuvenece y el joven madura”. Por lo tanto además de la experiencia del diálogo con jóvenes de otras Iglesias, credos y convicciones, hicieron también la experiencia del diálogo entre generaciones. “En realidad las dos dimensiones no están separadas, y la dimensión religiosa no se separa de nuestra humanidad, de nuestra realidad cotidiana. Es un error separar la vida espiritual de la cotidiana, pues la trascendencia forma parte del hombre. Comprender que somos seres limitados y buscar las respuestas yendo más allá de nosotros mismos es un tema antropológico, propio de nuestra humanidad. El diálogo intergeneracional es un hecho porque existen personas de edades diferentes. La humanidad se renueva y dentro de este hecho, existe también el aspecto espiritual que caracteriza a todas las edades, tanto a los mayores como a los jóvenes. El Papa quiso que este Sínodo sobre los jóvenes fuese también un sínodo para los jóvenes, con los jóvenes y de los jóvenes. ¿Se sintieron de verdad protagonistas en estos días? “Sí mucho, y estamos conmovidos por esta apertura total en primer lugar del Papa y después de la Iglesia. Sus representantes que estaban allí para acompañarnos no se entrometieron: el Cardenal Lorenzo Baldisseri y Monseñor Fabio Fabene estaban allí para escucharnos. En ellos he visto la figura de María que hace pleno silencio y hace espacio para que nazca la Palabra, como un telón de fondo, una presencia silenciosa que hace que la Palabra surja. Estaban allí para escuchar ya sea durante los momentos de trabajo, como en los momentos de esparcimiento fuera del programa. Cuando preguntábamos algo nos respondían, de lo contrario estaban en silencio. Veíamos como se reflejaban en sus rostros la reacción ante las temáticas que afrontábamos, sobre lo que estaban de acuerdo y aquello que les hacían daño y esto nos ayudaba a encontrar el equilibrio que el Papa nos pidió el primer día: hablen siendo “cara duras” pero sean humildes y si se equivocan pidan disculpas. Esto ocurrió en los momentos de la elaboración del documento final. Alguno usó un lenguaje tal vez demasiado crítico, pero poco a poco encontramos este equilibrio, también porque contábamos con su presencia que nos ayudaba. Por lo tanto se sintió de verdad también el apoyo de la Iglesia jerárquica, de los adultos. No todo fue perfecto, pero esto forma parte de la realidad”. ¿Qué te impresionó cuando se terminó el trabajo? “Cuando el documento final fue aprobado, escuché a jóvenes de distintos países- uno de las islas Samoa, un asiático, un africano, un europeo y un latinoamericano- que decían que este documento refleja lo que los jóvenes son hoy. Son las mismas cosas que piensan mis amigos, son las mismas preguntas que nos hacemos nosotros, y esto me dio mucha alegría porque era éste el sentido de nuestro encuentro: el de poder abordar temáticas que de lo contrario no serían nunca abordadas. Es verdad que no todos estuvimos de acuerdo en todo, porque hay matices distintos en cada región, pero las problemáticas y las inquietudes principales, el vivir y la búsqueda de sentido en su profundidad está reflejada en el documento con todas las contradicciones que existen: algunos piensan de un modo, otros piensan de forma completamente distinta, pero las inquietudes y las aspiraciones son las mismas. Por lo tanto me dio mucha alegría ver que este trabajo de 5 días y de 300 jóvenes de todo el mundo y de todas las realidades, refleja esencialmente lo que el joven es hoy, ya sea en Medio Oriente como en Asia o en África. Somos conscientes de que éste es un momento histórico para la Iglesia, no sólo porque es la primera vez que se abre a escuchar a los jóvenes de este modo sino porque de ahora en adelante no se podrá actuar sin tener en cuenta este encuentro y lo que surgió de él. Es un comienzo y estamos contentos de haber podido participar”. Lee el documento completo (inglés, italiano, español)
Poner en práctica el amor
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