Movimiento de los Focolares

Premio Seelisberg 2023 a Joseph Sievers

Jul 7, 2023

Como parte del evento de apertura de la conferencia internacional del Consejo Internacional de cristianos y judíos International Concil of Christians and Jews (ICCJ) en Boston (EE. UU.), el domingo 18 de junio, el profesor Joseph Sievers recibió el Premio Seelisberg 2023. Nuestra entrevista a su regreso a Roma.

Como parte del evento de apertura de la conferencia internacional del Consejo Internacional de cristianos y judíos International Council of Christians and Jews (ICCJ) en Boston (EE. UU.), el domingo 18 de junio, el profesor Joseph Sievers recibió el Premio Seelisberg 2023. Nuestra entrevista a su regreso a Roma.  El Premio Seelisberg se inspira y conmemora la reunión pionera que tuvo lugar en el pequeño pueblo suizo de Seelisberg del 30 de julio al 5 de agosto de 1947 para abordar las enseñanzas cristianas sobre la discriminación contra los judíos y el judaísmo. Este evento es ampliamente reconocido como el inicio de la transformación en las relaciones judeocristianas. El Premio Seelisberg lo otorga anualmente (desde 2022) el Consejo Internacional de cristianos y judíos (ICCJ), y se originó en la Conferencia de Seelisberg, el Centro de Teología Intercultural y el estudio de las religiones de la Universidad de Salzburgo. Se distingue a las personas que han desempeñado un papel importante a través de sus estudios y enseñanzas en la promoción del acercamiento entre judíos y cristianos. El profesor Dr. Joseph Sievers (Premio Seelisberg 2023), nació en Alemania y comenzó sus estudios en la Universidad de Viena y en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Tiene un doctorado en Historia Antigua por la Universidad de Columbia (1981) y una licenciatura por la Pontificia Universidad Gregoriana (1997). Ha enseñado en CUNY, Seton Hall Univ., Fordham Univ. y otras instituciones en los Estados Unidos, Italia e Israel. De 1991 a 2023 enseñó historia y literatura judía del período helenístico en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, donde ha sido profesor titular. De 2003 a 2009 fue director del Centro Cardenal Bea de Estudios Judaicos de la Pontificia Universidad Gregoriana. Desde 1965 es miembro del Movimiento de los Focolares, con cuyo Centro para el Diálogo Interreligioso colabora desde 1996. Ha publicado varios libros y numerosos artículos, especialmente en el contexto de la Historia del Segundo Templo (en particular Flavio Giuseppe) y las relaciones judeo-cristianas. Con Amy-Jill Levine editó The Pharisees (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2021; traducción al italiano Milán, San Paolo, 2021; traducción al alemán prevista para 2024). Profesor Sievers, ¿qué significó para usted recibir este premio? Fue una gran sorpresa y cuando me pidieron que contara algo sobre mi experiencia sentí una gran gratitud mirando hacia atrás, pensando en todos los momentos, en todas las personas que conocí, en las situaciones en las que pude estar y en ocasiones ser de ayuda. Un gran agradecimiento y, al mismo tiempo, una responsabilidad por el presente y el futuro. En su discurso en la ceremonia de premiación, dijo: “Las dificultades pueden ayudarnos a entendernos mejor. Las dificultades pueden unirnos”. En su larga experiencia en este diálogo, ¿qué fue más difícil y qué fue sorprendente hasta el punto de decir todavía hoy “se puede”? Ha habido varios momentos difíciles, pero uno que recuerdo en particular es cuando tuvimos que organizar una reunión de diálogo en Jerusalén en 2009. Pocas semanas después de un conflicto, que ocasionó muchos muertos y heridos. Luego, en el mismo período, estaba la situación del obispo (Richard Nelson) Williamson, quien negó el holocausto. Había dificultades por todos lados que hacían muy difícil un diálogo abierto. Sin embargo, logramos hacer esa reunión. Salimos adelante y hubo momentos de comunión muy fuertes, espirituales, más allá de todos los problemas. ¿Y luego también me pregunta sobre las cosas que han sido posibles, a pesar de las dificultades? Ciertamente no fue fácil organizar una conferencia sobre los fariseos y luego publicar un libro. Hubo varios puntos en los que me pareció que el camino estaba bloqueado. Ya sea por cuestiones económicas o porque alguno no estaba de acuerdo con lo que se quería hacer, o porque parecía imposible tener una audiencia con el Papa, para un congreso de este tipo. En cambio, colaborando, y realmente fue una colaboración, especialmente con una colega judía, pero también con otros, fue posible resolver esos problemas para dar algo basado en estudios serios pero orientados a situaciones concretas también en iglesias y parroquias. Ciertamente, fue un éxito que no tuvo efectos inmediatos en todas partes, pero por ejemplo un obispo me escribió “aquí, ahora tenemos que cambiar nuestra enseñanza sobre los fariseos y sobre el judaísmo en los seminarios”. Eso ya es algo. ¿Cómo influyó en esta experiencia su pertenencia al Movimiento de los Focolares? Sin el Movimiento de los Focolares probablemente no habría entrado en este ámbito. El impulso a estudiar los idiomas de la Biblia vino del Movimiento y luego todo lo demás. Entré al focolar el 28 de octubre de 1965, era un jueves. Llegué al focolar de Colonia (Alemania) con mi bicicleta, llevada en tren con dos maletas la misma tarde en que en Roma en el Concilio se aprobaba Nostra aetate (Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas). Esto siempre ha tenido un gran significado para mí, vincular el compromiso en el Movimiento con el del diálogo. También fue llamado a colaborar oficialmente en el diálogo de la Iglesia Católica con los judíos… Sí. Desde 2008 soy consultor de la Comisión para las relaciones religiosas con los judíos, una comisión de la Santa Sede. Y asistí a varias reuniones de la ILC en Buenos Aires, Ciudad del Cabo o incluso en Budapest, Madrid, Varsovia, Roma… ¿Y se dan pasos hacia adelante? Un paso ya es estar abiertos a conocernos, hablarnos y también superar las dificultades del camino. A veces es mejor afrontar todo con una cena juntos que con cartas encendidas. Se están dando pasos y ciertamente hay mucho por hacer, hay que ampliar la red. Es decir, la mayoría de los cristianos y la mayoría de los judíos no están involucrados, a veces ni siquiera saben que existen estas relaciones, que existe este camino juntos. Todavía queda mucho por hacer para darlo a conocer y aplicarlo. Una cosa que he aprendido mucho al tratar con judíos es que las preguntas a veces son más importantes que las respuestas. Es decir, no debo ni puedo pretender tener todas las respuestas y, por lo tanto, no puedo afrontar al otro como alguien que ha encontrado todas las respuestas y dirigirme a él o a ella desde una posición de superioridad. Mi posición es ser un buscador junto a. Esto, de manera más dramática cuando se aborda el tema de la Shoah, del Holocausto, que tarde o temprano debemos abordar juntos. Una cosa esencial es mirar, ser lo más sensible posible a los compromisos y necesidades del otro. Y luego también estar abierto, y si te equivocas siempre puedes recomenzar si la intención es la correcta: entrar de puntillas en el ambiente del otro, no con la actitud de quien dice “lo sé todo”. Una última cosa, al recibir este premio, además de sentirse agradecido, ¿hay algún estímulo para Joseph Sievers? Bueno, sí. Por ejemplo, hay algunas preguntas abiertas y esto me estimula a abordarlas más aún. Y tal vez hasta me da cierta autoridad poder afrontarlas con ciertas personas. No sé si esto sucederá, pero también es un estímulo para continuar con este trabajo, que no está terminado, que nunca terminará, pero donde podemos dar pequeños pasos juntos.

Carlos Mana

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