Movimiento de los Focolares

Renata Borlone: testimoniar la alegría

Mar 10, 2014

Ya pasaron 24 años de su desaparición y sin embargo el testimonio de luz y alegría de su vida sigue manifestándose de gran actualidad. El 27 de febrero se la recordó en el Santuario María Theotókos.

También este año el aniversario de la Sierva de Dios Renata Borlone (Civitavecchia 30/5/1930-Loppiano 27/2/1990) fue un momento de reflexión sobre la vida cristiana y la intrepidez en llevar la paz y la alegría de Cristo a todas partes.

La cita central fue la S. Misa celebrada en el Santuario María Theotókos, en Loppiano (Italia)

«La alegría del Evangelio – como afirma el Papa Francisco en la Evangelii gaudium –colma el corazón y la vida de aquellos que se encuentran con Jesús», así fue en la experiencia de Renata.

Una alegría que brota de un alma que desde la adolescencia se dedicó a la búsqueda de Dios y de las bellezas de su creación y que, conociendo el Movimiento de los Focolares, no ahorró energía ni entusiasmo en testimoniar cotidianamente el amor y en contribuir en la construcción de la unidad de la familia humana que Jesús pidió al Padre en su oración antes de la pasión.

«La alegría – escribía Renata en su diario – coincide con Dios… poseerla siempre quiere decir poseer a Dios », y es más: «Alegría en vivir por los demás», una alegría que «no puede estar condicionada por nada, por nadie» porque «Dios me ama, aunque sea incapaz, aunque haya cometido muchos embrollos en la vida y continúo haciéndolos», pero también esa alegría que, paradójicamente, existe «extraída del sufrimiento» y «excavada del dolor»

En los veintitres años como corresponsable de la ciudadela de Loppiano que ahora lleva su nombre, Renata Borlone ha testimoniado con coherencia y humildad a las miles de personas que por allí pasaron, sea  para un curso de formación o también sólo por breves momentos, la alegría de la vida evangélica, dando su contribución esencial a la socialidad nueva que la ciudadela quiere mostrar,  poniéndose siempre al servicio, y viviendo con excepcional fe la grave enfermedad que la llevará a la muerte. «Estoy feliz, soy demasiado feliz – repetía en los últimos instantes de su existencia terrena-. Quiero testimoniar que la muerte es Vida»

Y continuando entrelazando las palabras del Papa y las de Renata, impresiona ver que la alegría es no sólo un fruto sino también la causa de la transformación del mundo y de la superación de las dificultades. Recientemente el Papa Francisco en una homilía en Santa Marta decía: «No se puede caminar sin alegría, incluso en los problemas, también en las dificultades, en las propias equivocaciones y pecados existe la alegría de Jesús que siempre perdona y auxilia».

Y Renata escribía: «Si yo tuviese que hablar, pondría en evidencia que la alegría que existe en Loppiano nace de la decisión que cada uno asume de querer morir a sí mismo. Diría también que de esta manera la unidad de los pueblos ya se ha logrado, porque el aceite que sale de la oliva exprimida es aceite, y no se distingue más una oliva de la otra… »

Dolor y alegría, por lo tanto, desafío y conquista de renovarse siempre y nunca replegarse sobre sí mismo: «Haz que los otros sean felices, que nuestro Cielo aquí en la tierra sea la alegría de los otros», «Yo no me entregué a Dios para ser feliz, sino para que mi donación tuviese un sentido para la alegría, para la felicidad de todos los demás, de todos los que Dios me habría colocado  cerca»

De Francesco Châtel

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