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Beatísimo Padre, (…) El alma del “Movimiento Humanidad Nueva” son los voluntarios y las voluntarias cuya vocación es la de una entrega total a Dios, sin consagración alguna en especial. Sumergidos en el mundo, lugar privilegiado de irra¬diación, viven el Evangelio siguiendo el ejemplo de las primeras Comunidades cristianas que desean emular en es¬te siglo, siendo un solo corazón y una sola alma, con la consiguiente comunión de bienes espirituales y mate¬riales. A nuestro mundo congelado por el materialismo y por el consumismo, depauperado y perdido por el hedonismo, por la violencia y por todos los males presentes, ellos tratan de llevar el fuego, la luz y la fuerza, la riqueza del Resucitado, esforzándose por hacerlo brillar en sí mismos abrazando las cruces de cada día y comprometiéndose a engendrar Su presencia con la más profunda unidad entre ellos, en las casas, los hospitales, las escuelas, en los parlamentos, los talleres, por todas partes, para que El mismo pueda iluminar, guiar y sostener los diversos “mundos” en el camino de su renovación. Chiara Lubich
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