Diario de la Asamblea general /4, del 27 de enero de 2021 En el centro de las meditaciones, de las reflexiones y de la comunión de la tercera y última jornada de retiro espiritual de la Asamblea general estuvo el ícono de la Santísima Trinidad, presentada como modelo de una “santidad colectiva” (María Voce) y de relaciones de amor que hacen surgir el “designio de Dios” sobre cada persona (Claudio Guerrieri).
La oración ecuménica inicial, no por casualidad, fue preparada por cristianos de dos Iglesias ortodoxas en cuyas tradiciones existe un gran tesoro de reflexiones y contemplación de la Santísima Trinidad. En su meditación, María Voce, próxima a dejar su función como Presidente de los Focolares, una vez más pone la atención sobre el fin general del Movimiento: “la perfección de la caridad”, como escribió Chiara Lubich. Se trata de la plena realización personal a través de la donación a los demás; que, tal vez en términos más clásicos, es definida como santidad. Pero una santidad -subraya María Voce- típica de los Focolares: una “santidad colectiva”. Para explicar este concepto la Presidente recorre la historia de los orígenes del Movimiento donde encontramos a Chiara con sus primeras amigas que viven con radicalidad el Evangelio, una vida “para Dios y para los demás -como explica justamente Chiara- en un total olvido de sí mismo, y de todo lo que podía hacernos caer en encerrarnos en nosotros mismos”. De ese modo nace un camino nuevo a la santidad, “radical y ágil, una santidad abierta a todos, puesta en práctica en la familia, en medio del mundo, juntos”, una santidad en compañía. Se trata de una santidad que requiere siempre la escucha personal a lo que quiere Dios, pero lo hace con la conciencia de que está en camino con otros, aun más, mirando al otro y la presencia de Dios en él. El filósofo italiano, Claudio Guerrieri, miembro del centro de estudios de los Focolares, Escuela Abba, continúa estas reflexiones haciendo foco sobre uno de los efectos de la “santidad colectiva”: surge la verdadera personalidad de cada uno, el plan de Dios sobre cada persona. Es un aspecto muy recurrente en los escritos místicos de Chiara Lubich de los años 1949/1950 que ofrecen un modelo de comunión y de unidad “no uniformante, sino que comprende una pluralidad de voces donde cada uno expresa, como parte, el todo”. Lo demuestra el hecho de que en el Movimiento de los Focolares, además de Chiara Lubich, están presentes otros dos cofundadores, Igino Giordani y Pascual Foresi, que con su “designio” despliegan y encarnan el carisma de Chiara. De este modo finalizan estos tres días de retiro profundo, en algunos momentos tal vez un poco desestabilizantes, pero muy estimulantes también para las decisiones que se tomarán. “Fueron -explica uno de los jóvenes en la comunión final- una ocasión para escucharnos y tratar de comprender en qué dirección el Espíritu Santo llama a los Focolares en el próximo periodo y a quien confiar las tareas de conducir esta Obra en los desafíos y las oportunidades de los próximos seis años”.Oficina de Comunicación Focolares
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