Movimiento de los Focolares

¿Se puede afrontar el dolor?

Oct 6, 2015

Entrevista a Nancy O’Donnell, psicóloga y psicoterapeuta neoyorkina, docente de Psicología, sobre cómo vivir la enfermedad en la esperanza.

IMG_3336Nancy O’Donnell ha trabajado como psicoterapeuta con drogadictos y fue responsable de un centro médico para ayudar a mujeres alcohólicas y a sus hijos. La pregunta sobre el significado del dolor es central en la vida de las personas y en especial en la enfermedad. A ella le preguntamos: ¿es posible afrontar el problema del sufrimiento y encontrar la esperanza? «El dolor forma parte de toda vida humana y difícilmente somos capaces de ayudar a otros que sufren si no hemos encontrado un significado a nuestros sufrimientos. Está en esta búsqueda el camino de la esperanza. La ciencia ofrece nuevos tratamientos, nuevas terapias para mejorar la vida de muchos. El peligro radica en que nos dejemos engañar creyendo que encontraremos la forma para no envejecer, para no enfermarnos, para no sufrir. Si se busca sólo la esperanza de sanar, corremos el riesgo de engañarnos a nosotros mismos, y es un engaño que nos puede llevar a la desesperación, que es lo opuesto de la esperanza. De esto hablamos recientemente en un congreso realizado el pasado 27 de septiembre en el Polo Lionello Bonfanti, cerca de Florencia. Es tema estuvo centrado en el sufrimiento humano, la esperanza de curación y la búsqueda de sentido». ¿Cuál es el papel de la Psicología en la experiencia de un enfermo, para ayudarlo a encontrar la esperanza? «Podríamos sintetizarlo en cuatro puntos: el papel de la personalidad y la posibilidad de modificarla, la importancia de relaciones sanas al afrontar la enfermedad, la necesidad de conocer y aceptar los propios límites, la capacidad humana de donarse» Sobre la personalidad: ser optimista o positivo puede disminuir el riesgo de enfermedades y de síntomas crónicos. En la Universidad de Davis en California, descubrieron que escribir las cosas por las cuales estamos agradecidos todos los días conlleva a un aumento de la felicidad. Los resultados fueron más significativos aun al compararlos con un grupo al cual se le pidió, en cambio, que anotaran las cosas que les habían aumentado el estrés. IMG_3290El segundo punto: las relaciones. Tenemos la capacidad de establecer relaciones desde el nacimiento. La salud mental de cada persona depende de su capacidad de “coordinarse” y “conectarse” con los demás. La mente humana es sana cuando posee algunas competencias relacionales estratégicas, que le permiten “abrirse” a una realidad social múltiple, es decir, cuando tiene la capacidad de “percibir” en forma adecuada a los demás y a su diversidad. Si nuestra identidad es relacional, es lógico que, cuando las circunstancias hacen que mantenernos en la esperanza sea un desafío, tener cerca a personas con las se han construido relaciones profundas es importante pues el apoyo de estas relaciones refuerza la energía positiva necesaria para permanecer en la esperanza. La no aceptación de los propios límites es una de las dificultades más típicas de la persona de hoy. El límite de la persona se manifiesta a través de su condición y de su historia, a través de experiencias que conllevan el riesgo de la frustración. En un mundo que nos ofrece una vida “sin límites”, hace que no estemos preparados para afrontar la llegada de una enfermedad inesperada. En cambio, la capacidad de asumir las múltiples expresiones del límite es un paso determinante para alcanzar la propia realización Finalmente, ser un don para los demás, también cuando faltan las fuerzas físicas, hace que la persona sea siempre protagonista. Es allí que se encuentra una dignidad que nace de un punto al fondo de nuestro ser».

Nancy O'Donnell_a

Dra. Nancy O’Donnell

Dra. O’Donnell, ¿se puede entrever un vínculo entre la psicología y la espiritualidad? «Sí, pero es una relación ambivalente. La reconciliación entre estas dos dimensiones humanas a mí me la facilitó una maestra de espiritualidad y humanidad: Chiara Lubich. Creo que todos tratan de encontrar una unidad interior, donde la identidad propia sea una cosa segura en medio de los distintos conflictos que hay a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Para mí, esta unidad proviene de la vida vivida según esta espiritualidad. He trabajado por muchos años con drogadictos, con mujeres alcohólicas y después con personas de la calle que lo habían perdido todo debido a las drogas. Se sentían aplastados por la desesperación y era difícil para ellos encontrar un por qué vivir. A ellos trataba de comunicarles mi certeza, de la dignidad intrínseca de cada uno y del valor del sufrimiento. Utilizaba una imagen que me resultaba útil. Durante el proceso de rehabilitación tenían momentos libres donde algunos se entretenían haciendo rompecabezas. Entonces les preguntaba si no les había sucedido alguna vez que al terminar un rompecabezas se daban cuenta de que les faltaba una pieza. Veía la vida de cada uno más o menos así: cada uno como una pieza única y la belleza final se podía apreciar sólo si cada uno estaba en su lugar. Por lo tanto cada persona descubre su propia belleza y toma conciencia de ser insustituible y digna de amor en la relación con los demás. Al creer que ha sido creada como un don para el otro así como el otro es un don para ella».

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