«Numerosas revoluciones en la historia han empezado en forma inesperada. A menudo los jóvenes se encontraron en medio. Sumergido, como muchos, en los problemas de las grandes ciudades de nuestros países, también yo me pregunté: ¿Cuándo ocurrirá un cambio? Hablaba al respecto con otros amigos, estudiaba el trayecto de los grandes protagonistas de la historia, me planteaba muchas preguntas.
Cuando empecé a trabajar como periodista en la sede de ANSA en San Pablo, no perdía ninguna posibilidad de subrayar en mis artículos los indicios de la crisis, buscando la verdad. Estaba lleno de aspiraciones. Sin embargo en la medida que hacía experiencia, sentía que el impulso al idealismo no me bastaba…
La complejidad del mundo contemporáneo me ponía ante una exigencia de competencia y de experiencia que no tenía. Tanto más en una situación de crisis galopante como la de nuestras sociedades interdependientes, con los problemas de la desocupación, de las finanzas internacionales, de conflictos, de los mecanismos institucionales obsoletos. Me di cuenta de que corría el riesgo de trabajar… fuera de la vía, mientras la historia me presentaba escenarios que nos sabía descifrar.
La decisión de inscribirme en el Instituto Universitario Sophia (IUS), se injertó en esta reflexión. Decidí invertir en el boleto aéreo y en los preparativos todo lo que tenía y dedicar dos años de mi vida a recorrer un camino que unifica la teoría y la actividad cotidiana, para conocer más profundamente una nueva cultura, la de la unidad.
Me inscribí en el énfasis político y entré en una especie de laboratorio de vida en donde, día tras día, con estudiantes y docentes de distintas proveniencias, afrontamos un intenso programa de estudio que hace penetrar la cultura de la unidad en numerosos ámbitos de las ciencias y de la actividad humana.
En el IUS hacemos la experiencia que un objetivo de importante cambio social puede, es más debe ser acompañado por una profunda preparación: es necesario formarse profesionalmente, es necesario tener conocimientos “multidimensionales”, aprender un método de diálogo a 360°, para relacionarse con las personas y los pueblos cercanos y lejanos y saber administrar la red de interdependencias que caracteriza nuestro tiempo.
El denso intercambio entre las disciplinas, iluminado por el carisma de Chiara Lubich, es sostenido por el esfuerzo cotidiano de traducir en práctica las intuiciones y los resultados académicos que alcanzamos en el aula. Todo esto me ha tomado y me ha dado perspectivas muy distintas e instrumentos nuevos.
Al llegar al final del curso puedo decir que he adquirido algunas competencias especializadas que me ayudarán en mi trabajo de periodista, no sólo para escribir artículos más elaborados técnicamente, sino sobre todo para percibir elementos de hechos que probablemente antes se me habrían escapado.
He entendido que lo “nuevo” que busco se construye en la relación con las personas, con los colegas de trabajo, con cuantos entrevisto, con el público que me lee: vendrá sólo de una intensa vida de diálogo, del compartir y de la verificación comunitaria y valorando los signos de esta tensión a la unidad, viva y operante en la historia, que encuentro por doquier en las historias que narro.
Aspirar a un mundo mejor es algo muy importante, pero buscar los instrumentos adecuados es igualmente fundamental. En el IUS he entendido que no se puede improvisar, que debemos dedicar tiempo y recursos para poner las condiciones necesarias».
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