«Vivimos en un mundo en el que el ansia y el terror nos están destruyendo interiormente y físicamente. Juntos, tratemos de ser el pulmón que impulsa el renacer de buenas y constructivas relaciones para alcanzar el bien común. Sé que somos una gota en un océano, pero fíjense que, en química, incluso una gota de colorante, cuando se vierte en un solvente, como es el agua, hace que esta última tienda a tomar la coloración del colorante». Así sintetiza Manfred, uno de los jóvenes participantes, la Summer School organizada por Comunión y Derecho del 25 al 29 de julio en Chiaramonte Gulfi, en Sicilia. Son cinco las naciones representadas, Nigeria, España, Alemania, Holanda e Italia, y treinta los jóvenes que han debatido sobre temas candentes: “El derecho en Europa, entre acogida y rechazo: inmigración, seguridad, ambiente”. Las relaciones, preparadas por docentes universitarios y por los mismos jóvenes, han evidenciado el profundo vínculo que existe entre la falta de protección del ambiente, causa a veces de “guerras invisibles”, de numerosos conflictos y las consecuentes migraciones. Apolo, refugiado de Nigeria, nos ha permitido entrar profundamente en el drama de los emigrantes, haciendo nuestros sus anhelos de justicia, para juntos buscar caminos de esperanza. La Cooperativa Fo.Co. trabaja en Chiaramonte Gulfi y en otras ciudades sicilianas, con ese objetivo: permitir que los refugiados obtengan un título de estudio, un trabajo, y ayudarlos a integrarse. Esta experiencia en Chiaramonte está dando como fruto una convivencia pacífica. Además, ha sido importante el diálogo con las instituciones; hemos sido recibidos en la sala del Consejo del Municipio de Ragusa, por el presidente del Consejo Municipal y por algunos asesores, con los cuales se ha entablado un diálogo a propósito de la situación ambiental, del reciclaje de los desechos y del compromiso de los ciudadanos y de las instituciones. Nos ha impresionado oír al Papa Francisco que se ha dirigido a los jóvenes de la JMJ, abordando con ellos los mismos temas que nosotros hemos tratado: la guerra en Nigeria, la lucha por los recursos de la naturaleza; los muros del miedo, la necesidad de una nueva cultura, el coraje de construir puentes, más allá de cualquier diferencia, y de relaciones respetuosas de la dignidad de cada uno. También la diversidad ha representado una riqueza más: no todos los participantes eran juristas y esto ha permitido un diálogo abierto, muy apreciado por los jóvenes y no sólo a nivel técnico. Un profesor de filosofía comentó: «Esta Summer School me parece una buena síntesis de la capacidad de conjugar el aspecto teórico de la disciplina con una constante relación con la vida cotidiana. Me parece muy importante esta sinergia: es importante la dimensión teórica, pero hace falta que se complemente con la vida y la cotidianidad». Christian, el joven abogado y vice intendente, que a través de su compromiso ha permitido que se llevara a cabo y tuviera éxito la Summer School, ha dicho al final: «Ha sido posible realizar la escuela aquí gracias al trabajo y al valioso aporte de muchos; es un camino que debe proseguir. Ha sido una experiencia que ha ido más allá de las previsiones más optimistas y ha dejado un signo indeleble. “Semillas” de una nueva cultura. El haber tenido la ocasión de confrontarme con jóvenes juristas ha sido una experiencia intensa tanto profesional como emotivamente. Su serenidad, su sentido del deber me han impresionado… En un mundo que corre rápidamente, el desafío es compartir con y por los demás».
Poner en práctica el amor
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