«Conocí a Bella, una mujer hebrea, en un centro de los Focolares en Jerusalén. Le conté la historia de mi esposo, torturado en una cárcel israelí. Ella me escuchaba, si bien pude notar un cierto conflicto interior. Estaba frente a una disyuntiva. Ser israelí y por eso rechazar todo lo que le contaba, o sentir compasión por lo que me había sucedido. En un primer momento ella no logró aceptarme y se fue del lugar donde nos habíamos encontrado. La seguí y le dije que lamentaba haberla turbado. Bella me explicó que no era culpa mía, sino del sistema. Entonces le pedí que regresara (se conmueve ndr). Así nació nuestra amistad. Un muro separa mi ciudad, Belén, de la suya, Jerusalén. Pero entre nosotras dos ya no hay muros. Rezo para que muchos hebreos de Israel puedan ver nuestra amistad. Bella vive el espíritu de los Focolares en el sentido de que todos somos hijos de Dios y sólo el amor y la compasión nos llevan a vivir juntos. Nosotros los hombres hemos construido el muro alrededor de Belén, no se podía construir solo. Dios nos ha dado la libertad de construirlo o de abatirlo. También dentro de nosotros». Así responde Vera Baboun, la primera mujer y la primera cristiana católica que ha llegado a ser alcaldesa de Belén, a la pregunta de si es posible instaurar una verdadera amistad entre palestinos e israelitas. La ocasión para encontrarnos con ella nos la dio la entrega del 7º “Premio Chiara Lubich, en Manfredonia ciudad para la fraternidad universal”, en marzo del 2016. Belén es una ciudad de Cisjordania. El Gobierno de Belén está bajo la Autoridad Nacional Palestina. Tiene 40 mil habitantes, de los cuales el 28% son cristianos y el 72% musulmanes. Es la ciudad donde nació Jesús, ubicada a más o menos 10 Km. al sur de Jerusalén. La iglesia de la Natividad de Belén es una de las más antiguas del mundo. Sin embargo «el muro condiciona también nuestra fe, porque cuando éramos niños estábamos acostumbrados a visitar los lugares de origen de Jesús. Hoy hay toda una generación de jóvenes palestinos cristianos que nunca ha rezado en el Santo Sepulcro de Jerusalén», declara siempre Vera Baboun. «Estamos en la capital de la natividad, celebramos y mandamos al mundo un mensaje de paz, mientras que en Belén precisamente lo que hace falta es la paz. Después del 40% de cancelaciones de este año, decidimos con el Concejo Comunal, bajar los impuestos a las licencias un 80% para quien vive y trabaja en el campo turístico. Lo hicimos para apoyarlos aunque esto significa un empobrecimiento de los recursos municipales. ¿Pero a nosotros quién nos sostiene? ¿Quién sostiene nuestra doble identidad? La cristiana universal y la palestina». Pero ¿qué es lo que le da el impulso para actuar así? «Sólo el amor de Dios. Lo advierto de manera fuerte. No me importa para nada el poder, la fama; para mí la función de alcaldesa es un peso que me cuesta mucho. Después de la muerte de mi esposo y después de haber trabajado toda la vida en la educación, decidí tomar el lugar de mi marido porque él se había comprometido políticamente por la liberación de Palestina». Usted a menudo ha declarado: «¿Puede el mundo vivir en paz mientras la ciudad de la paz esté amurallada?»… «Mientras la ciudad de Belén esté amurallada, habrá un muro alrededor de la paz. Somos asediados. Y para el mundo lo mejor es trabajar para liberar la paz, no sólo en Belén, sino para liberarnos del sentido del mal, del uso de la religión como máscara para cubrir la maldad y la guerra». Entrevista a cargo de Aurelio Molé para Città Nuova (cfr. Città Nuova n. 5 – mayo 2016)
Poner en práctica el amor
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