En el hemisferio en donde el verano está dejando el paso al otoño, de golpe muchas ciudades han cambiado su ritmo, teniéndose que uniformarse con los tiempos en que se abren y cierran las escuelas y colegios, con tráfico matutino, embotellamientos y personas que se agolpan a la salida de los edificios de enseñanza. Pero si volver al colegio con una mochila sobre las espaldas, encontrarse con los maestros y profesores, con los compañeros, un banco y una silla, son cosas aseguradas para muchísimos niños y adolescentes, en otras partes del mundo, afectadas por dolorosas situaciones de guerra o pobreza, ir al colegio, mantenerse estudiando o hacer los deberes en casa es una empresa ardua. De estos problemas se ocupa desde 1986, AMU, Acción por un mundo unido – Onlus, Organización No Gubernamental de Desarrollo que, insipirándose en la espiritualidad de Chiara Lubich, actúa para difundir una cultura del diálogo y de la unidad entre los pueblos a través de proyectos de desarrollo en diversas partes del mundo. Así sucede en Siria, por ejemplo. Hoy, habiéndose terminado los conflictos armados más duros, si bien no ha terminado la emergencia, el país debe pensar qué tiene que hacer tras la destrucción de muchas infraestructuras y edificios de enseñanza, la migración de capitales hacia el exterior, el embargo económico. En Homs, el éxodo de muchísimas personas de barrios bombardeados hacia los llamados “barrios seguros” y la disminución del número de profesores, que han emigrado al exterior, condujo a una sobrepoblación de las escuelas y por ende a la falta de acompañamiento adecuado de cada estudiante. Por otro lado, el gasto para asistir a clase en una escuela privada se ha vuelto una carga insostenible. El compromiso de AMU es el de ofrecer un mayor cuidado y atención a los niños desalojados, acompañándolos con un soporte educativo y escolar. En Damasco, por el contrario, en el antiguo barrio de Tabbale, el apoyo está dirigido al centro “Bayt al Atfal” que acoge, durante cuatro días por semana, a 120 niños entre los 6 y los 10 años. Algunos de ellos viven con la familia en una sola habitación y no tienen un lugar en donde estudiar, otros tienen dificultad de aprendizaje o síndromes como la dislexia, o bien, simplemente, no pueden contar con la ayuda de nadie para el estudio, por la ausencia o el analfabetismo de sus padres. En Alepo, AMU sostiene un centro para niños sordos, que en el país no son admitidos en las escuelas públicas o privadas. La Escuela “EHIS” hospeda hoy a 75 niños y ofrece trabajo a 30 personas, entre profesores, asistentes y obreros. Siempre en Alepo, el proyecto de aprendizaje “Aprende y produce”, organizado por el Centro Artesanía Siria y sostenidos por AMU, lleva adelante un curso de formación, dirigido a 20 adolescentes, que aprenden a trabajar y vender productos de la artesanía local, como el jabón a base de laurel, objetos de cobre y bordados. En Egipto, en El Cairo, la dispersión escolar y el acceso para las mujeres a recorridos educativos y profesionales, para lograr desarrollar sus propias capacidades profesionales, son temas “calientes”. “Change For Tomorrow” de la Fundación Koz Kazah, en la comunidad de Shubra, uno de los barrios más poblados de la gran capital al borde del Nilo, sostiene a un grupo de mujeres que promueven actividades como el trabajo del mimbre, la cocina, la imprenta ecológica. En Italia, AMU propone a docentes y educadores un recorrido formativo que lleva como título “Living peace: la paz como proyecto de enseñanza”. En cambio, a las escuelas y a los grupos de chicos, está dedicado “Basta conocerse”. Es posible apoyar los proyectos AMU de educación y asistencia al estudio. De esta manera, para muchos chicos y adolescentes el mes de septiembre podrá ser también el mes del retorno a clase. Recogido por Chiara Favotti
Poner en práctica el amor
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