Entre los 1200 empresarios y estudiosos de Economía, que fueron recibidos por el papa Francisco, el pasado 4 de febrero, a 25 años del comienzo del proyecto de una Economía de Comunión (EdC), está también Rita Najjingo, joven empresaria ugandesa. Su país cuenta con 73% de jóvenes entre 18 y 30 años, de los cuales el 47% está desocupado. «Muchos de ellos tratan de iniciar pequeñas actividades productivas – nos informa Rita-, pero por falta de capital y escasa capacidad de gestión, sus empresas fracasan recién nacidas». La idea de la EdC, que llegó también al continente africano en estos años, apareció en seguida como una posible solución. En 2015 algunos empresarios y estudiosos ugandeses participaron en un Congreso en Nairobi (Kenia) para conocer este proyecto económico que prioriza a la persona. Volviendo a Uganda hablan con las comunidades locales sobre el tema y nacen las primeras iniciativas: en Ibanda, en la parte occidental del país con una forma de micro-crédito comienzan apoyando la vuelta a la escuela de un joven que había estado encarcelado; en Lira, en el norte, de la misma manera se logra construir una casita para una señora anciana; más adelante, se comienza una plantación de ajo y así otras cosas. «En Kampala – cuenta Rita- tuvimos la idea de involucrar a los empleados de un Centro de Salud cercano a los Focolares, quienes poseen una fuente segura de ingresos. La idea de poder conceder préstamos a quienes querían comenzar una actividad económica pero que no disponían de suficiente capital, gracias a la comunión de sus ahorros, los entusiasmó. Un experto realizó con ellos un curso de una semana y después nació una asociación de ahorro y préstamo. En general, el importe que se da como préstamo no es nunca superior al triple del capital que los solicitantes disponen. La devolución del mismo comienza después de cuatro semanas, dejando un pequeño porcentaje para el incremento del capital social. En tres meses la deuda queda completamente saldada. Al conceder un préstamo el grupo promotor se informa sobre el tipo de negocio que los interesados quieren desarrollar, dándoles las sugerencias adecuadas y acompañándolos en los primeros pasos. En el transcurso del tiempo se constituyó una plataforma de expertos en administración para poder ofrecer una consultoría sobre gestión empresarial, mercadeo y sustentabilidad. Uno de ellos pidió el préstamo para elaborar bolsas artesanales, otro joven para comprar una moto para luego rentarla y hacer él mismo de transportista. Después, con un segundo préstamo y con la venta de la vieja moto, compró una más moderna. Ahora trabaja en compra-venta de motos usadas, y le da trabajo en su taller a otros dos jóvenes. Un miembro de la comunidad invirtió el préstamo en la adquisición de plantas de sésamo que revende para variados usos alimenticios. También él ha podido contratar a unos jóvenes que lo ayudan en el reparto de mercadería y en la compra de la misma, favoreciendo así a los productores. Con esta iniciativa de los préstamos – sigue Rita- también yo logré crear una sociedad registrada legalmente que se ocupa de papelería y proveeduría a las oficinas. Después de haber saldado el primer préstamo, pedí otro para ampliar la actividad ofreciendo el servicio de transferencia de dinero. Actualmente tengo cuatro centros de asistencia que dan trabajo a cuatro jóvenes señoras, de las cuales tres son madres solteras». Una moto, una casita, ajo, sésamo, son pequeños signos en los cuales el papa Francisco ve la semilla del cambio, como dijo en su discurso a los presentes de EdC: «… los cambios en el orden del espíritu y por lo tanto de la vida no están vinculados a los grandes números. El pequeño rebaño, la lámpara, una moneda, un cordero, una perla, la sal, la levadura: éstas son las imágenes del Reino que encontramos en el Evangelio. No es necesario que seamos muchos para cambiar nuestra historia, nuestra vida» (4 de febrero de 2017, Aula Paolo VI).
Poner en práctica el amor
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