Una aproximación al diálogo entre las Iglesias que valora la reciprocidad. El 2017 fue el 500 aniversario de la Reforma. No solo un recuerdo, sino una etapa que marcó el progreso en el camino ecuménico. Y ahora, ¿cómo continuar? Esta es la pregunta de la cual partieron los noventa participantes de un seminario celebrado en el Centro Mariápolis, en Zwochau (Alemania) titulado “Brennpunkt Ökumene”, donde el eje central fue la propuesta de un “ecumenismo receptivo”. ¿De qué se trata? Paul D. Murray, teólogo católico de la Universidad de Durham (Gran Bretaña), formuló el principio central: “No ‘qué deben aprender los otros de nosotros’, sino ‘qué podemos aprender nosotros de los demás’”. Un ecumenismo por tanto de escucha y de reciprocidad. El dr. Callan Slipper, teólogo anglicano, de Londres, explicó que este enfoque lleva a aprender unos de otros, sin ocultar las heridas, o más bien con la conciencia de que se pueden curar incluso con la ayuda de los otros. Luego, junto con Peter Dettwiler, teólogo reformado de Suiza, hicieron que los oyentes entraran en la “vida interior” de las respectivas Iglesias, en un diálogo que no ocultó las culpas y las heridas. Junto con la pastora Seehafer de la comunidad de la Iglesia evangélica libre y el sacerdote católico Marcellus Klaus, dieron vida a una mesa redonda que ofreció a los presentes la posibilidad de poner en práctica de inmediato el “ecumenismo receptivo”. Al final de la jornada, la reflexión sobre un extracto del discurso de Chiara Lubich en la Iglesia de la Memoria de Berlín, que ofrece la raíz de la reciprocidad, propuesta por el “ecumenismo receptivo”: “Jesús, antes de ser puesto en la cruz, antes de sufrir el abandono del Padre, había orado, en una larga oración por la unidad, “para que todos sean uno” (Jn 17,21). Y la unidad vivida tiene un efecto, que también es, por así decirlo, un aspecto fuerte para el ecumenismo vivo. Se trata de la presencia de Jesús entre muchas personas en la comunidad: ‘Donde hay dos o tres – dijo Jesús – unidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos’ (Mt 18,20). Pero, ¿por qué en esta maravillosa iglesia no permitimos que nosotros cristianos nos unamos de esta manera en estas ideas, para realizar esto: podemos haber entrado de diferentes Iglesias y salgamos un solo pueblo cristiano, dispuesto a morir los unos por los otros?”.
Poner en práctica el amor
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