La V Cumbre de Halki en Estambul (Turquía) ha llegado a su fin. Cuatro días de trabajo bajo el lema del cuidado del medio ambiente con vistas al futuro del planeta. Al final de la quinta Cumbre de Halki, titulada “Sostener juntos el futuro del planeta”, nos despedimos en un ambiente muy familiar. El encuentro internacional e interdisciplinario coorganizado por el Patriarcado Ecuménico y el Instituto Universitario Sophia, inspirado en el magisterio profético del Patriarca Bartolomé y del Papa Francisco, fue reconocido unánimemente como un evento del Espíritu Santo. No fue casualidad que los días de la Cumbre coincidieran con los de las dos fechas de Pentecostés de nuestras respectivas Iglesias. La confrontación sincera, la escucha mutua libre y abierta, el intercambio de dones sustanciados en reflexiones compartidas, investigaciones y recorridos eclesiales, con asombro nos llevaron a la conciencia de estar viviendo un momento decisivo para el futuro de la familia humana, en el que cada uno tiene una responsabilidad ineludible. El reto y la oportunidad que se presentan en nuestro camino común son, sin duda, los de desarrollar, en primer lugar, un ethos ecológico compartido, aplicando -como artesanos de la paz y la fraternidad- buenas prácticas en todos los ámbitos: desde la pedagogía hasta la pastoral, desde lo social hasta lo político y lo económico. A ello hay que añadir el compromiso, en el plano puramente cultural, de profundizar en las vías interdisciplinarias para la formación de nuevos paradigmas de interpretación y transformación de la realidad, con vistas a superar la cultura del despilfarro. Por último, se puso de manifiesto la ineficacia de estas líneas de actuación sin un compromiso educativo no elitista que contemple una amplia y convencida implicación eclesial. Surgió una petición espontánea para firmar un último llamamiento dirigido a las Iglesias y a quienes cuidan de la casa común. La esperanza no es dejar todo atrás como un bello recuerdo, sino reconocer que tenemos ante nosotros un horizonte de luz que requiere una conversión de la mirada que parta del corazón y se alimente de la sabiduría evangélica. “La cultura ecológica -recuerda el Papa Francisco- no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro modo, aun las mejores iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada. Buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial” (Enc. Laudato Si’, n. 111).
Vincenzo Di Pilato (Foto: Alfonso Zamuner, Noemi Sanches e Nikos Papachristou)
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