Chiara Lubich habla del momento presente: viviendo bien cada momento se pueden adquirir óptimos hábitos, crece nuestra caridad, el amor recíproco y la unión con Dios y el alma está todo el día invadida de serenidad, de paz y de alegría. […] Todos nosotros vivimos el momento presente con las variantes que nos ofrece el pasapalabra. […] Pues bien, podemos observar que uno de los resultados de este modo de vivir, si lo hacemos fielmente y con bastante intensidad, es que adquirimos hábitos muy buenos que antes no teníamos. Pongamos algunos ejemplos. Es muy frecuente ofrecerle a Jesús las acciones que realizamos con un «por ti», que transforma nuestra jornada en una oración ininterrumpida, porque viviendo el momento presente tenemos una gracia actual que nos recuerda el decir «por ti» ante cada acción. Otra cosa: si vivimos así, cuando llegan las tentaciones nos sentimos preparados para defendernos con más rapidez que antes. […] Se da el lugar apropiado a las acciones que debemos realizar, sin anticiparlas cuando nos gustan ni posponerlas cuando nos cuestan; cosa que sucede a menudo. Además nos brotan espontáneamente del corazón palabras de aliento, de aprecio y de elogio a los hermanos con los que vivimos o con los que entramos en contacto de distintos modos, por teléfono, por ejemplo, por carta o al preparar discursos, temas para ellos, etc. Y cada vez con más frecuencia vemos en ellos a Jesús, de modo que al crecer nuestra caridad y haciéndose cada vez más refinada, también nuestra unión con Dios se hace más profunda. Otra cosa: no nos olvidamos de saludar y adorar a Jesús, que está vivo en el sagrario, cada vez que pasamos a su lado o que nos lo recuerda una cruz o una imagen. […] Además, nos damos cuenta de que somos capaces de mantener con más facilidad el amor recíproco durante todo el día, lo cual es importantísimo para los que somos cristianos. De hecho la Escritura dice que poner en práctica el mandamiento nuevo nos hace perfectos: «Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud»*. Debemos reconocer que antes, incluso con muy buena voluntad, la caridad recíproca sufría altibajos; aunque rectificábamos continuamente, pero tenía interrupciones. Otra: al ser más perfectos en las cosas pequeñas, sabemos cumplir mejor también las grandes, y durante todo el día el alma se siente invadida de serenidad, de paz y de alegría. Estos son algunos de los hábitos adquiridos que alimentan distintas virtudes en nuestra alma. Y es precisamente una buena cosecha de virtudes […]. Pues bien, si podemos verificar en nosotros todo esto y más cosas viviendo con perseverancia el momento presente, tenemos que concluir que vamos por el buen camino. […]
Chiara Lubich
(En una conferencia telefónica, Castel Gandolfo 23 de octubre de 2003) Cf. Chiara Lubich, Unidos hacia el Padre, Ciudad Nueva, Madrid, 2005, pp. 140-142. * 1 Jn 4, 12.
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