Habitar un lugar en solo dos semanas. Un lugar que, además, es lejísimo – geográficamente y culturalmente – de tu propio país de origen. Es el reto de Habitandando: construir puentes inéditos entre Italia y Colombia. Un país celebrado por su arte, historia y cultura; el otro, un pueblo joven y contrastado, cuyas riquezas y desigualdades se reflejan también en su territorio – donde se encuentran megalópolis e inmensas regiones vírgenes. ¿Cómo se construye en quince días un puente entre Italia y Colombia? ¿Cómo se logra habitar un lugar, o sea conocerlo como si fuera tu propia casa? “El viaje como método, el territorio como aula” es el secreto el marco que acompaña cada workshop, aunque cada año cambien los lugares visitados en Italia y el tema que los une. Conocer un lugar haciendo experiencia directa, usándolo para generar y testar ideas. Y también este año las experiencias han sido las más diferentes: cruzar varias veces en carro la Italia central, atentos al cambio de los paisajes entre la costa y la montaña; vivir Piazza del Campo en Siena para observar cómo funciona hace siglos un perfecto espacio público; caminar por kilómetros en el centro de Roma, observando como una época histórica se adjunta a las otras en las mil capas que componen la ciudad; explorar Tor Bella Monaca, barrio en la periferia romana en donde proyectos de arquitectura fracasados se añaden a un frágil tejido social. Cada etapa del viaje se enfoca en un tema específico: por ejemplo, las campañas de Toscana explican territorio y paisaje, la Costa de Amalfi muestra antiguo y moderno, los pueblos afectados por terremotos en la Italia central muestra la relación entre memoria y catástrofe. Tener el territorio como aula permite observar cada tema en primera persona, pero no es solo una manera para ir más allá de las explicaciones sencillas de guías turísticos y manuales escolásticos. Es la ocasión para construir tú mismo, de manera incremental, los conocimientos sobre un especifico lugar. Los participantes en el viaje tienen que ejercitar en maneras diferentes sus miradas sobre los lugares visitados: escribiendo textos con destinatarios diferentes, tomando fotografías que respondan a varios registros comunicativos, desarrollando sus propias explicaciones sobre específicos contextos y fenómenos. Después de unos días, las primeras reacciones dejan espacio a pensamientos más profundos. El ejemplo más interesante tal vez es Tor Bella Monaca, el barrio en la periferia romana: el escepticismo inicial (¿“Este sería un barrio pobre y degradado? ¡Ojalá fueran así los barrios pobres de Colombia!”) es remplazado por dudas y los pensamientos que estas generan (“Tal vez la situación es más compleja de lo que aparece, hemos encontrado unos niños que nos dijeron «Nosotros parecemos lindos, pero en verdad somos asquerosos»”). En los participantes, las miradas perdidas de los primeros días desaparecen y dejan espacio a una actitud diferente, que establece relaciones con los lugares visitados y de una manera los desafía. La tensión entre memoria e innovación, el tema de las dos semanas, sale también de los comentario que acompañan la conclusión del viaje. Para un estudiante colombiano, Italia lleva consigo las trazas de siglos de historia, pero tal vez no sabe cómo manejar tanto patrimonio, no entiende como esto pueda enfrentar de nuevas formas las exigencias contemporáneas del hábitat. Estas reflexiones nacen en los últimos días del viaje, en Montefalcone Appennino, en el workshop Il varco (La brecha). Sólo es el primer brote de un pensamiento que se desarraiga de Colombia para echar nuevas raíces también en Italia. Los resultados de este dialogo que acaba de empezar podrían ser los más diferentes, pero por ahora muestran lo que puede generar la simple decisión de estudiar el hábitat saliendo de las clases, andando en el territorio, habitándolo en movimiento: habitar un lugar no es solo conocerlo, sino también empezar a imaginarlo como algo diferente de lo que ya es. Por Diálogos en Arquitectura
Poner en práctica el amor
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