Movimiento de los Focolares
Trieste y la acogida a los inmigrantes

Trieste y la acogida a los inmigrantes

Trieste es una ciudad situada en el noreste de Italia, en la frontera con Eslovenia. Históricamente representa un cruce de culturas, lenguas y religiones. Y hoy es uno de los primeros puntos de desembarco en Europa para los inmigrantes que pasan por la ruta de los Balcanes. Personas con un bagaje de sufrimiento, guerras, persecuciones.

En Trieste la comunidad del Movimiento de los Focolares, en sinergia con otras instituciones, trabaja para dar una primera acogida a los inmigrantes.

“El mayor problema es la percepción del problema en sí, dice Claudia, de la comunidad local. De hecho, no se trata de una emergencia, de una invasión inmanejable como suele describirse, sino de un fenómeno estructural que es la realidad de nuestro presente histórico. Un flujo continuo de personas que llegan y que, si son adecuadamente acogidas y redistribuidas, pueden incluso convertirse en un recurso para nuestra ciudad y nuestro país. Si el fenómeno migratorio no se comprende y aborda con las herramientas adecuadas, está destinado a generar desconfianza, miedo, intolerancia y rechazo”.

En otoño del año pasado, anticipándose a la emergencia del frío, el obispo de Trieste, monseñor Enrico Trevisi, expresó su deseo de abrir un dormitorio como respuesta concreta a la acogida de los inmigrantes. Un pequeño grupo de personas del Movimiento de los Focolares respondió al llamamiento del obispo ofreciéndose como voluntarios junto con otras asociaciones católicas y ciudadanos individuales. “Para nosotros no es sólo un mero servicio caritativo – explica Claudia -, sino la oportunidad de encontrar en cada prójimo un hermano, una hermana a quien amar incluso en las pequeñas cosas: una sonrisa al ofrecer la comida, el intercambio de alguna palabra. Muchas veces estos hermanos nos cuentan pedazos de su historia, de su dolor, de sus esperanzas, nos muestran fotos de sus hijos, pero también bromean y comparten tiempo en serenidad. Además, algunos de nosotros hemos seguido más de cerca a algunos inmigrantes tanto en el caso de una hospitalización como en la asistencia en la redacción del CV para la búsqueda de empleo”.

Sandra de la comunidad de los Focolares añade: “Encontramos tiempo para conocer a los inmigrantes, sus historias, sus necesidades. Están surgiendo pequeñas y grandes experiencias que nos han implicado en ayudar incluso fuera del turno de dormitorio y que nos estimulan mucho a continuar. Los turnos nos permitieron entregarnos con los demás voluntarios y descubrir que muchos de ellos, a pesar de no frecuentar asociaciones o parroquias, respondieron al llamamiento del Obispo”.

“Las relaciones van creciendo poco a poco, un signo de unidad también para la Iglesia local, añade Claudia. Esta experiencia, unida con la reciente Settimana Sociale dei Cattolici Italiani, en presencia del papa Francisco, traerá gran vida a nuestra ciudad fronteriza”.

“En Trieste he conocido a los mejores voluntarios, aquellos que no se limitan a distribuir alimentos, dice un huésped del albergue diocesano. Satisfacer el hambre de los necesitados y curar las heridas de los enfermos son tareas nobles porque son las más urgentes y necesarias. Sin embargo, existen otras necesidades sumamente importantes para el ser humano, la salud de sus emociones, síntomas del estado de su alma. No es una cuestión individual o menor, es lo que marca la diferencia entre las acciones que tienen un impacto momentáneo y aquellas que persisten y permean a toda la sociedad”. “Los mejores voluntarios – continúa – lo hacen porque son conscientes de que los necesitados no son los que reciben la caridad, somos personas con una historia que vale la pena escuchar. Saben que cada migrante lleva dentro de sí un duelo por sus raíces perdidas, al mismo tiempo una esperanza que golpea contra las murallas al sistema y una lucha incesante por la supervivencia”. “Los mejores voluntarios – concluye – se sienten conmovidos por esta humanidad adolescente y se animan a escuchar nuestras historias, sin detenerse en las barreras lingüísticas: enseñan italiano, aprenden español, utilizan la tecnología, renuncian a su tiempo personal, invierten su energía en el bien común, sueñan con una comunidad en la que todos podamos ofrecer lo mejor de nosotros mismos”.

Lorenzo Russo

Evangelio vivido: “Señor, qué bien estamos aquí” (Mt 17,4)

Evangelio vivido: “Señor, qué bien estamos aquí” (Mt 17,4)

En el momento justo

Un día una persona que colabora con nuestro centro recibió un par de zapatillas deportivas nuevas número 43. ¿Pero a quién podrían servirle? ¡Ese mismo día supimos que un niño de 14 años que conocemos realmente necesitaba esas zapatillas y de ese número! Es hijo de una amiga que en ese momento estaba en el hospital. La otra hija también había venido a nuestro centro ese día y nos habíamos enterado de que necesitaban ropa y medicinas. Nos había dicho que le sería útil un celular para mantenerse en contacto con su madre en el hospital. Y… ¡habíamos recibido uno unos días antes! ¡Es impresionante ver cómo siempre hay “Alguien” que nos proporciona esas cosas ad hoc que luego podemos donar!

Una cama en dos minutos

Estábamos en la despedida final de un domingo pasado “en familia” (por así decirlo porque estábamos rodeados de cientos de personas) con actividades para recaudar fondos para nuestros jóvenes. Un amigo venezolano de los primeros que conocí hace años me presentó a un joven de 18 años: Jesús. Ya me había contado algo de lo que había vivido desde que salió de Venezuela a los 16 años, ¡solo! Dos años de aventuras suficientes para hacer una película de acción, con muchos momentos de incertidumbre. Llevaba quince días en Perú. ¡Hablando con él descubro que duerme sobre un colchón en el suelo! Con su primer sueldo había planeado diligentemente (de hecho, inmediatamente encontró trabajo en Perú) resolver el problema de los documentos y luego pensar en la cama. En ese momento no tenía soluciones, pero prometimos seguir en contacto. Poco después de saludarlo, me encuentro con una de nuestras colaboradoras que, sin saber nada de las necesidades de Jesús, me pregunta: “Entonces, ¿qué hacemos con esa cama?”. “¿Pero ¿cómo? ¿Aun la tienes?”, pregunto sorprendido. “¡Sí!”, me dice. Inmediatamente llamé a Jesús que salía del Centro. Se unió a nosotros inmediatamente y, al escuchar la noticia de que ya había una cama para él, la luz que vi en sus ojos era muy fuerte. ¡No habían pasado ni dos minutos desde que le había dicho que intentaría encontrar una solución!

Ecografia gratis

Muchos de los migrantes que llegan a nuestro centro necesitan atención médica y, en ocasiones, incluso pruebas diagnósticas. Otra bendición del Cielo llegó hace un tiempo: un centro médico cercano a nosotros nos ofreció la posibilidad de realizar ecografías gratuitas. Quieren darle esta oportunidad a quienes no tienen cómo pagar estos exámenes. Verdaderamente un regalo para muchos de nuestros pacientes.

Silvano R. – Perù

CEU: flores diferentes en un mismo jardín

CEU: flores diferentes en un mismo jardín

El Condominio Espiritual Uirapuru (CEU) es una realidad nacida en Fortaleza (Brasil) hace pocos años, la opción por la unidad entre carismas es la base de la vida comunitaria. Son 23 realidades que conviven y colaboran aquí para la recuperación, protección y valorización de la dignidad humana.

Ana Clara Giovani

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De la comunidad “tri-nacional” un futuro de fraternidad para Latinoamérica

De la comunidad “tri-nacional” un futuro de fraternidad para Latinoamérica

En esta encrucijada de pueblos donde confluyen los ríos Iguazú y Paraná, se encuentra la frontera más transitada de Latinoamérica; la zona se caracteriza por una gran diversidad cultural y por la presencia secular de pueblos indígenas, como el gran pueblo guaraní. El turismo es el mayor recurso económico de esta región a la que la gente llega sobre todo para visitar las Cataratas del Iguazú que son las más extensas del mundo, con una anchura de 7.65 Km y son consideradas una de las siete maravillas naturales del planeta.

En su mensaje de bienvenida, Tamara Cardoso André, Presidenta del Centro para los Derechos Humanos y la Memoria Popular de Foz de Iguazú (CDHMP-FI) explica que en este lugar se quiere dar un significado diferente a las fronteras nacionales: “Queremos que nuestra triple frontera se convierta cada vez más en un lugar de integración, una tierra que todos sientan como propia, como la entienden los pueblos originarios que no conocen barreras”.

Aquí concluye el viaje de Margaret Karram y Jesús Morán – presidente y copresidente del Movimiento de los Focolares – a Brasil. Lo han recorrido de norte a sur: desde la Amazonia brasileña, pasando por Fortaleza, Aparecida, la Mariápolis Ginetta en Vargem Grande Paulista, la Fazenda da Esperança en Pedrinhas y Guaratinguetà (SP), hasta Foz de Iguazú. Aquí la familia “ampliada” de la comunidad tri-nacional de los Focolares celebra su joven historia y cuenta la contribución de unidad que ofrece a este lugar: el abrazo de tres pueblos que la espiritualidad de la unidad reúne en uno, superando las fronteras nacionales, aun manteniendo cada uno su propia identidad cultural. Para la ocasión también están presentes el Card. Adalberto Martínez, arzobispo de Asunción (Paraguay), el obispo del lugar Mons. Sergio de Deus Borges, Mons. Mario Spaki, obispo de Paranavaí y Mons. Anuar Battisti, obispo emérito de Maringá. También está presente un grupo de la comunidad islámica de Foz con el que desde hace tiempo existen relaciones de amistad fraterna.

Arami Ojeda Aveiro, estudiante de Mediación Cultural en la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA) ilustra el camino histórico de estos pueblos y las graves heridas que se han acumulado a lo largo de los siglos. El conflicto entre Paraguay por un lado, y Argentina, Brasil y Uruguay por el otro (1864-1870) fue uno de los más sangrientos de Sudamérica en términos de vidas humanas, con consecuencias sociales y políticas para toda la región. Por otro lado, también son muchos los factores culturales en común, como la música, la gastronomía, las tradiciones populares derivadas de la misma raíz cultural indígena, como la Yerba Mate Guaraní, bebida típica de los tres pueblos.

La cultura guaraní es una de las más ricas y representativas de América del Sur; es un testimonio vivo de la resiliencia y de la capacidad de adaptación de un pueblo que ha sabido conservar su identidad a lo largo de los siglos con una cosmogonía única, donde la conexión con la naturaleza y el respeto por las tradiciones son fundamentales y pueden ser una gran riqueza para toda la humanidad.

“Por eso –concluye Arami Ojeda Aveiro– la región de la triple frontera no solo representa un confín geográfico, sino un espacio multicultural y de cooperación que fortalece toda la zona”.

Entre todas las comunidades de los Focolares del mundo, esta presenta un carácter único: “Sería imposible –cuenta una joven argentina– sentirnos una sola familia si mirásemos solo nuestras historias nacionales”. Mónica, paraguaya, una de las pioneras de la comunidad junto a Fátima Langbeck, brasileña, cuenta que todo comenzó con una oración suya cotidiana: “‘Señor, ábrenos el camino para que podamos establecer una presencia más sólida del Focolar y que tu carisma de la unidad florezca entre nosotros’. Desde 2013 somos una única comunidad y queremos escribir otra historia para esta tierra, que atestigüe que la fraternidad es más fuerte que los prejuicios y las heridas seculares. Nos une la palabra de la unidad de Chiara Lubich, cuando dijo que la verdadera socialidad supera a la integración, porque es amor recíproco en acto, como anuncia el Evangelio. Nuestras peculiaridades y diferencias nos hacen más atentos los unos a los otros y las heridas de nuestras historias nacionales nos han enseñado a perdonarnos”.

Los aportes artísticos expresan la vitalidad y la actualidad de las raíces culturales de los pueblos que habitan esta zona. Están los cantos de la comunidad argentina llegada del “litoral“, de la costa; luego “El Sapukai”, la rítmica danza paraguaya que se baila con (hasta) tres botellas en la cabeza; la representación del pueblo guaraní entona un canto en su propia lengua que alaba a la “gran madre”, la selva, que debe ser protegida, produce buenos frutos y da vida a todas las criaturas.

Don Valdir Antônio Riboldi, sacerdote de la diócesis de Foz, que conoció a los Focolares en 1976 continúa la historia por escrito: “Los focolares de Curitiba en Brasil y de Asunción en Paraguay comenzaron a promover eventos que involucraban a personas de las tres naciones vecinas, una experiencia que llamábamos ‘Focolar tri-nacional’. También la vida eclesial aquí se mueve en la línea de la comunión, promoviendo iniciativas conjuntas entre las diferentes diócesis”.

Está claro que la vida de esta región y de la comunidad de los Focolares locales no habla solo a América Latina, sino al mundo entero. Y dice que es posible caminar juntos, siendo diferentes: es la espiritualidad de la unidad que entra en contacto con la parte más profunda de la identidad de las personas y los pueblos, haciendo florecer la común humanidad y la fraternidad.

“Me he sentido abrazada no por uno, sino por tres pueblos –dijo Margaret Karram–. Toda mi vida he soñado vivir en un mundo sin fronteras. Aquí me ha parecido ver realizado este profundo deseo mío, por eso me siento parte de ustedes. Son la confirmación de que solo el amor aleja cualquier obstáculo y elimina las fronteras”.

“Viví en América Latina 27 años –continuó Jesús Morán– pero nunca había venido a esta zona. Ustedes han sufrido mucho: el pueblo guaraní fue despojado de sus tierras y dispersado. Lo que están haciendo hoy es importante aunque sea pequeño: no podemos reescribir la historia, pero podemos seguir adelante y sanar las heridas, acogiendo el grito de Jesús Abandonado. Las heridas se curan creando relaciones interregionales también con los pueblos originarios porque, de hecho, son los únicos realmente «tri-nacionales». También ellos recibieron la luz de Cristo; no olvidemos la obra de evangelización y promoción humana que los jesuitas hicieron en esta región con “las Reducciones” del siglo XVII al XVIII. Hoy estamos conectados a esta historia, a todo lo que hace la Iglesia y sabemos que la unidad es la respuesta en este mundo que necesita un alma y brazos para hacer una verdadera globalización a la altura de la dignidad humana”.

Al final, volviendo a tomar la palabra, Margaret comparte lo vivido en este mes: “Este viaje ha aumentado en mí la fe, la esperanza y la caridad. En la Amazonia, en los confines del mundo, la ‘fe’ emergió poderosa: conocí a personas que creen firmemente que todo es posible, incluso las cosas más difíciles. ¡Sueñan y realizan! Me gustaría tener al menos una pizca de su fe, como dice el Evangelio: “Si tienen fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: ‘Muévete de aquí allá’, y se moverá, y nada les será imposible” (Mt 17,20). De allí me llevo esta fe que mueve montañas y el valor de soñar cosas grandes. Después, la palabra del Genfest no puede ser otra que «esperanza»: hemos vivido esta experiencia juntos: todo el Movimiento estaba comprometido con los jóvenes y por los jóvenes. Fue también un evento ecuménico e interreligioso que dio mucha esperanza.

Y por último la ‘caridad’, que hoy he visto aquí entre ustedes y que hemos palpado en las numerosas organizaciones sociales con las que hemos tenido contacto en este mes: la Fazenda da Esperança; los varios Movimientos y nuevas comunidades eclesiales con las que nos hemos encontrado en Fortaleza; el encuentro de UniRedes que reúne a todas las organizaciones sociales y agencias culturales de América Latina que se inspiran en el carisma de la unidad [del que escribiremos aparte]. Todo esto dice «caridad», porque toda realidad social nace del amor al prójimo, del querer dar la vida por la propia gente.

Desde esta frontera parte una esperanza para todas las comunidades de los Focolares en el mundo y más allá. En diciembre pasado sugerí el proyecto “Mediterráneo de la fraternidad”, donde reunir todas las acciones ya en curso y las que surgirán, para construir la paz en esa región que tanto sufre por la guerra. También desde aquí podría comenzar un proyecto de «fraternidad para América Latina» que puede extenderse a todos sus países, ¡se lo encomendamos a María!».

Stefania Tanesini

Mariápolis Ginetta y Polo Spartaco: el coraje del cambio

Mariápolis Ginetta y Polo Spartaco: el coraje del cambio

“El carisma de la unidad de Chiara Lubich es una de esas gracias para nuestro tiempo, que experimenta un cambio de alcance epocal e invoca una reforma espiritual”.[1]



En la página web de la “Mariápolis Ginetta”, la más desarrollada de las tres ciudadelas de los Focolares en Brasil, la narración de su historia comienza con la siguiente frase del Papa Francisco que pone en luz muy claramente lo que ha caracterizado los últimos años de este lugar: un camino hacia un cambio organizativo para dar un mejor testimonio de la fraternidad vivida en la cotidianeidad y para responder a las necesidades y a las exigencias de las personas que visitan la ciudadela y los requerimientos del ambiente en el que se encuentra integrada.

Todo ello se ha concretado con el inicio de un proceso de actualización y de una gestión más participada y menos centralizada de las diferentes realidades que la componen. Al día de hoy cada una de esas entidades tiene un consejo o comité de gestión, compuesto por personas de la Mariápolis y por profesionales del sector y que trabajan en sinergia también con el consejo de la ciudadela. “Corresponsabilidad” es una palabra clave de la Mariápolis Ginetta, junto a una mirada hacia el futuro y hacia la búsqueda continua de un ‘aggiornamento’ de la misión (mission: función, encargo, o propósito que una persona o institución debe de cumplir) de la ciudadela: “atender, formar, dar testimonio e irradiar”.

En el año 2022, la ciudadela festejó sus 50 años de vida y partiendo de aquel grupo de focolarinas, que empezó en una humilde choza sin luz ni gas, hoy cuenta con un total de 454 habitantes que viven en su terreno y en los alrededores.

En los años han pasado decenas de miles de personas: muchísimos jóvenes que han transcurrido un período o algunos años para aprender a vivir la fraternidad en la cotidianeidad, o para encaminarse hacia una consagración a Dios en el Movimiento de los Focolares; luego también familias, sacerdotes, religiosos y visitantes ocasionales.

La Mariápolis Ginetta es parte del Municipio de Vargem Grande Paulista, que dista apenas una hora de la hiperactiva megalópolis de San Pablo; pero el cambio de escenario cuando se llega es total: muy verde, casas, ningún rascacielos, parques y áreas de juegos para niños. Un pequeño centro habitado muy vivible (si lo comparamos con una metrópoli) es el valor agregado de este sitio. “Nos mudamos aquí hace seis años, desde San Pablo” –nos cuenta una pareja muy joven con tres hijos–. Es una de las catorce familias que en los últimos años se han trasladado aquí desde varias ciudades para criar a sus hijos “en un sitio en el que aprenden a tratar a los demás con amor, en donde hay un espacio para vivir una vida de dimensiones humanas”. Todo ello, junto con la escuela de los jóvenes que está por empezar en su octava edición, es el signo de una renovada vitalidad social de la ciudadela.

“Hoy en la ciudadela hay muchos elementos que componen una convivencia urbana” –explican Iris Perguer y Ronaldo Marques, corresponsables de la Mariápolis Ginetta–. “Hay casas, un centro urbano representado por la estructura del Centro Mariápolis y por la iglesia de Jesús Eucaristía, la Editorial Cidade Nova, un centro de audiovisuales, consultorios médicos, talleres varios, la famosa panadería y cafetería “Espiga Dourada”, los proyectos sociales al servicio de la población más desfavorecida, el “Polo Spartaco”, un área comercial y productiva en donde las empresas actúan según los principios de la Economía de Comunión y la sección brasileña del Instituto Universitario “Sophia ALC” (Latinoamérica y Caribe)”.

“Esta nueva modalidad de gestión participada que ustedes están llevando a cabo –comentó Margaret Karram– es una oportunidad extraordinaria de apertura de la ciudadela a otros que quieren dar su aporte para construirla, quieren formarse y hacer una experiencia de unidad. Tengo que decir que tras haber participado en el Genfest ha nacido en mi corazón una gran esperanza; he tenido la fuerte impresión de que en estos días Dios ha llamado una vez más a la puerta de Brasil y pide una respuesta, pide que sostengamos lo que ha nacido en los jóvenes. Esta ciudadela también, junto con la Mariápolis Gloria y la Mariápolis Santa María, ahora tiene una nueva posibilidad y responsabilidad de comprender cómo responder; de ofrecer un testimonio de vida evangélica vivida en una comunidad social”. ”.

Mariza Preto cuenta que también el Polo empresarial ha iniciado un valiente camino de desarrollo y apertura.

“En 2016 una deuda acumulada a lo largo de los años por la falta de pagos indicaba claramente que la sustentabilidad económica del Polo estaba en riesgo. Los empresarios estaban desmotivados y preocupados porque en el horizonte no se veía a ningún interesado que quisiera empezar una nueva actividad en el Polo. Fueron años difíciles, durante los cuales se han intentado muchos caminos, incluyendo el de construir relaciones con los empresarios de la región que llevó al nacimiento de eventos comunes y momentos de diálogo y encuentro. Pero el gran vuelco se dio en 2019 cuando durante una feria- exposición que organizamos en el Polo, la mayoría de los expositores eran externos a nuestra realidad. En ese período “Espri”, la sociedad de gestión del polo tenía muchos galpones vacíos y una creciente fragilidad financiera. Fue entonces cuando el consejo del Polo deliberó y decidió la admisión de empresas y empresarios que no conocían la Economía de Comunión pero que querían actuar según sus principios. Así se dio un “renacimiento” del Polo: toda empresa que quiera hoy entrar en el Polo se somete a un proceso de conocimiento de la vida empresarial que aquí vivimos y adhiere a las líneas de gestión de una empresa de Economía de Comunión”. ”.

A los 30 años de su fundación, hoy en día el Polo Spartaco se compone de nueve edificios, tienen allí su sede unas diez empresas, con un total de 90 dependientes.

Aquí la economía de comunión está viva –dijo Jésus Morán–. Más allá del aspecto carismático, aquí se ve el aspecto productivo que funciona y está activo un recambio generacional de los empresarios. Todo ello nos dice que hemos entrado a una nueva fase en la que la profecía de Chiara Lubich se mantiene viva. Agradecemos a todos los pioneros, a los que han empezado y han creído en este proyecto y han permitido que llegásemos hasta aquí ”.

A traves de la SMF, “Sociedade Movimento dos Focolari” la ciudadela se compromete en distintas obras sociales en el territorio. La SMF promueve la consolidación de la comunidad y el acceso a los derechos y las garantías de protección, sobre todo para los niños, los jóvenes y las mujeres en situación de vulnerabilidad social. Las tres Obras Sociales en las que trabajan los habitantes de la Mariápolis Ginetta actúan en el campo de la prevención para los jóvenes en condiciones de vulnerabilidad, realizan itinerarios de acompañamiento para sus familias y reciben a personas sin una morada fija. Ésta es una gota en el mar de la necesidad de dignidad, trabajo y justicia de tanta gente, y como lo ha explicado Sérgio Previdi, vicepresidente de SMF: “Es sólo una de las tantas piezas en el proyecto cultural basado en la fraternidad que queremos desarrollar en el territorio y en nuestra ciudad”.

Stefania Tanesini


[1] Mensaje del Santo Padre Francisco para la apertura del Congreso Internacional “Un carisma al servicio de la Iglesia y de la humanidad” con ocasión del centenario del nacimiento de la sierva de Dios Chiara Lubich

Un condominio original

Un condominio original

En 112 hectáreas de terreno, 23 organizaciones – comunidades católicas e institutos – han elegido vivir una experiencia de comunión entre carismas. Desde hace 24 años, esta experiencia que se desarrolla en Fortaleza (Brasil) se conoce como Condominio Espiritual Uirapuru (CEU), acrónimo que significa “cielo” en portugués.

Margaret Karram e Jesús Morán, Presidente e Copresidente del Movimento di Focolari, in queste settimane in viaggio in Brasile per incontrare le comunità dei Focolari, hanno fato tappa anche Fortaleza. Qui hanno potuto partecipare a vari incontri con diverse realtà carismatiche della Chiesa. Al CEU hanno incontrato leader di altre comunità, tra i quali Nelson Giovanelli e Fra Hans della Fazenda da Esperança, Moysés Azevedo della Comunità Shalom e Daniela Martucci di Nuovi Orizzonti.

También hicieron escala en Fortaleza Margaret Karram y Jesús Morán, presidenta y copresidente del Movimiento de los Focolares, que viajaron a Brasil en las últimas semanas para encontrarse con las comunidades de los Focolares. Aquí pudieron participar de diversos encuentros con diferentes realidades carismáticas de la Iglesia. En el CEU se reunieron con líderes de otras comunidades, entre ellos Nelson Giovanelli y fray Hans de la Fazenda da Esperança, Moysés Azevedo de la Comunidad Shalom y Daniela Martucci de Nuovi Orizzonti.

“El CEU es la realización del sueño que Chiara Lubich prometió al Papa Juan Pablo II en 1998, de trabajar por la unidad de los Movimientos y de las nuevas comunidades”, recuerda Nelson Giovanelli, fundador de la Fazenda da Esperança y recién elegido presidente del condominio. El carisma de la unidad, difundido por Chiara Lubich, inspira el cumplimiento de la misión para las diferentes comunidades presentes. Jesús Morán añade: “Si hay un lugar donde se puede entender la experiencia de la Iglesia es aquí en el CEU. Esta es la Iglesia, muchos carismas, pequeños o grandes, pero todos caminan juntos por la realización del Reino de Dios”.

Son 230 habitantes del CEU, entre niños y adolescentes, jóvenes y adultos en recuperación y más de 500 voluntarios. El fin de semana pasado, la comunidad Obra Lumen organizó el encuentro “Con Deus Tem Jeito” (Con Dios hay camino), que rescató a 250 toxico dependientes de las calles y los envió a un tratamiento terapéutico en varias comunidades asociadas, como la Fazenda da Esperança. El espacio es también escenario de actividades culturales que permiten la resocialización a través del arte, como el Festival Halleluya de la Comunidad Shalom, que reúne cada año a más de 400.000 personas.

En estos días, también en Brasil, se está celebrando el Genfest, un evento de los jóvenes del Movimiento de los Focolares. “Juntos para cuidar” es el lema de esta edición que contará con un evento internacional en Brasil y más de 40 Genfests locales en varios países del mundo. Cada uno comenzará con una primera fase en la que los jóvenes tendrán experiencias de voluntariado y solidaridad en diversas organizaciones sociales. Entre ellos también el CEU. Aquí, entre el 12 y el 18 de julio, un grupo de 60 jóvenes, participantes del Genfest, pudieron conocer las diferentes comunidades y realizar diversas actividades. “Todas estas comunidades ya realizan labores de cuidado con personas marginadas y en situación de vulnerabilidad. Nuestra propuesta fue unirnos a ellas, como un vínculo de unidad. Cuanto más nos entregamos, más nos abrimos a los demás, más descubrimos nuestra esencia”, dice Pedro Ícaro, participante del Genfest que vivió en el CEU durante 4 meses con jóvenes de diferentes países.

“Cuando esta comunión de carismas enciende el corazón de nuestros jóvenes, son capaces de transformar el mundo. Ésa es la finalidad de estos eventos que realizamos en el CEU, como el Genfest”, dice Moysés Azevedo, fundador de la Comunidad Shalom.

Ana Clara Giovani

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