Movimiento de los Focolares
Carta desde la cárcel

Carta desde la cárcel

«Esta carta para mí es preciosa como las palabras escritas por Chiara Lubich: “Puedo imaginar que todos vosotros ….sintáis el peso de la violencia y el terrorismo que están en naciones enteras. Jóvenes no mayores que vosotros, creen poder cambiar la sociedad con secuestros, muertes y cometiendo los crímenes más variados. Sin duda ellos no han encontrado ideales más positivos y así se dejaron llevar por caminos extremadamente peligrosos. Mucha gente está asustada y no puede vivir en paz. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué aporte podemos dar?”. Estas palabras resumen perfectamente lo que estoy viviendo ahora. Quisiera compartir lo que estoy pasando y cómo me siento abandonado en este momento; tal vez como se sintió Jesús cuando estaba abandonado en la cruz. Este sentido de abandono es algo que experimenté en los cuatro centros de detención en donde estuve y en donde me encontré con chicos que eran en su mayoría más jóvenes que yo. Al comienzo estos chicos me asustaban, estaban en contra de mí y querían matarme. Pero traté de acercarme a ellos y me di cuenta de que lo que les faltaba era ser comprendidos, una oportunidad y como conscuencia les faltaba amor. No estoy tratando de justificarlos, pero ellos también tienen necesidad de amor, sólo que lo pedían llamando la atención sobre sí mismos, de la manera equivocada, pero era el único modo que conocían. Mis padres tratan de vivir por un mundo unido y, desde que yo era pequeño, yo también traté. Es más fácil cuando eres parte de una comunidad en la cual se trata de vivir de esta manera. Mientras que para las demás personas que tienen miedo de dejarse amar es más difícil , especialmente cuando uno ve que este amor no es correspondido y uno se encuentra circundado de ladrones y asesinos. De todos modos el amor va más allá de los límites y ésta es la verdad más preciosa, a pesar de lo que estoy viviendo acá. Ahora estos chicos vienen a mi celda para pedirme consejos o ayuda, en particular cuando atraviesan un mal momento; alguno quiere incluso saber más sobre los Jóvenes por un mundo unido de los que formo parte, a pesar de mi situación. Muchos me preguntan cómo estoy, si tengo necesidad de algo, alguno incluso me llama hermano. Lo que estoy viviendo en la cárcel puede ser una invasión de amor que se difunde poco a poco en donde reina la violancia. Así como la lluvia suave que penetra dulcemente en las profundidades de la tierra…»

“Life Directions”

“Life Directions”

La línea de uno de los sietes talleres que se desarrolló después del Genfest, era la pregunta “¿qué hago con mi vida?”; se afronto el tema de las elecciones de vida, la propia “Life Direction”.  «La construcción de ese taller -cuentan los organizadores, adultos junto con un grupo de jóvenes de varias partes del mundo- empezó ya el pasado febrero con encuentros por Skype, una experiencia realmente edificante, asumida por todos con seriedad, responsabilidad y creatividad». «Llegando a Tagaytay nos conocimos personalmente, y nos dimos cuenta cuán alta era la expectativa de todos. También los números esperados para el taller eran altos, de los mil inscritos en los siete talleres, 250 habían elegido Life Direction. Los participantes provenían de varios países del mundo, hablaban 16 idiomas diferentes». La conducción del programa, era ágil y progresiva, hacia contenidos cada vez más “profundos” en donde las experiencias era el factor principal; fue preparado y llevado adelante por los mismos jóvenes de la ciudadela asiática, el hilo conductor era el “lema cotidiano” un pensamiento para poner en práctica durante la jornada. «El primer día se inició con el tema “Abre tu corazón”: una invitación abrir el corazón a la verdadera felicidad, tratando de quitar todo lo que podía ser un impedimento para vivir con intensidad el momento presente. Se presentaron cuatro experiencias en formas y situaciones diferentes sobre el tema de la felicidad encontrada gracias al amor verdadero, o su descubrimiento después de una caída, o en situaciones dolorosas y difíciles. El intercambio en pequeños grupos permitió verificar cuán profundamente habían penetrado y las preguntas y expectativas que cada uno llevaba consigo». «El segundo día –prosiguen- el lema era “What is the call” (¿Cuál es el llamado?). En éste se requería nuestra participación en forma activa. Para presentar el sentido del “llamado” con un lenguaje comprensible para poder ser acogido, se asoció a tres palabras clave: comprender, escuchar, elegir. Después de presentó la historia con Dios de cinco personajes bíblicos: Samuel, el joven rico, el hijo pródigo, María y Pedro. Un matrimonio, un religioso, una persona comprometida en el mundo profesional y una focolarina fueron entrevistados siguiendo la línea de estas tres palabras clave. «En grupos más pequeños se pudo profundizar el sentido de cada una de estos llamados, interactuando también con preguntas y respuestas». «El tercer día se apuntó hacia lo alto con el lema: “Aim high”. Dejamos la palabra a Chiara Lubich quien encuentra sobre su llamado a los jóvenes en Barcelona en el 2002. Las preguntas, esta vez eran escritas, poco a poco fueron llenando el buzón que se había puesto a disposición, y fueron la materia con la que se animó el programa de la tarde, siempre con entrevistas a nuestros invitados, cada uno subrayaba la belleza de la propia vocación desde la perspectiva de un único llamado al amor. Fue una hora y media que ¡se fue volando!». «En estos cuatro días -escriben los adultos- hemos visto jóvenes con sed de poder tener una relación con Dios, en profunda búsqueda, abiertos a la escucha, pero también llenos de sufrimientos, de dudas, de temores, todo se vivió en un clima de gran serenidad y simplicidad. Hemos advertido que en cada uno sucedió algo nuevo, una experiencia de luz se abrió brecha, se trata de un nuevo camino de diálogo con los jóvenes sobre el llamado y sobre una vocación radical». Algunas impresiones de los presentes: «Era exactamente lo que tenía necesidad a este punto de mi vida. Vivir el momento presente, abrir mis puertas, dar pasos radicales que van más allá de nosotros mismos. Esto es lo que me llevó». «Los jóvenes que contaron de su elección de seguir a Jesús en una forma totalitaria me animan a hacer elecciones sólo por amor». «Para mí era importante entender cómo responder al llamado. Entender (que Dios me ama), escuchar (la voz dentro) y decidir (seguir a Jesús). Estoy muy feliz por esta experiencia. ¡Gracias!».

Jornada de la amistad

Son más de 50 los países que han decidido adueñarse de la “Jornada internacional de la amistad”, instituida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2011, que se celebra el 30 de julio de cada año y los días sucesivos, en algunos países, entre ellos India, Nepal y Bangladesh. El objetivo de la Jornada es el de alentar a los gobiernos, a las asociaciones y a los grupos a favorecer, según la cultura y las costumbres locales, toda forma de amistad, solidaridad, confianza, comprensión recíproca y reconciliación, en la convicción de que estos sentimientos pueden contribuir efectivamente a la paz entre los pueblos y las naciones. En especial, las Naciones Unidas animan a los jóvenes, como futuros líderes, a comprometerse en actividades comunitarias que incluyan culturas distintas para promover la comprensión internacional y el respeto de la diversidad. A juzgar por la entusiasta adhesión de millares de jóvenes, no es ésta una exhortación lanzada al vacío. Como se comprueba  en el mensaje de amistad y unidad “más allá de cada frontera”, que fue lanzado recientemente en los Genfest de Manila  y de muchos otros países del mundo.  

Carta a Dios

«Dios mío, recuerdo esos momentos, cuando era más joven, que te escribía cartas. Eran cartas llenas de preguntas, para las que quería respuestas inmediatas. Tenía 12 años cuando empecé a ver el mundo de una manera distinta. Había nacido en una hermosa familia, como las que se ven en las películas. Tenía una madre premurosa que se levantaba temprano para preparar el desayuno, un padre amoroso y dos adorables hermanitas más chicas, siempre felices por las pequeñas cosas de la vida. Pero exactamente como en las películas, un día todo eso se derrumbó. Al despertarme, vi que mi madre no estaba. Recuerdo claramente, el domingo era el día de los “pancakes”, mi padre prepararía “pancakes” y mi madre cocinaría huevos y tocino. Pero ese día vi que mi padre bebía su café, solo. No habia “pancakes”. No había ni huevos ni tocino. Y mamá no estaba. Papá me explicó que nos había dejado. Mis hermanas tenían 8 y 6 años. Las abracé, prometiéndole al cielo que iba a hacer todo lo posible para cuidarlas. En la ciudad, estábmos en la boca de todos. Los padres, los maestros y profesores, los niños, todos hablaban de nosotros. En muchos momentos habría querido sólo ir y contraatacar, para proteger a mis hermanas, o simplemente llorar y lamentarme contigo “¿Por qué? ¿Por qué nos ha pasado justamente a nosotros? Soy demasiado joven para afrontar todo esto. Dios, ¿en dónde estás?” Mi padre, la persona mejor del mundo, no se lo merecía. Nos fuimos a vivir con los abuelos. Un día, mientras estaba en la escuela, comiendo con mis compañeros, mis hermanas se precipitaron sobre mí para decirme que mamá estaba allí. Imposible, pensé. La vi venir hacia nosotros. Tenía una bolsa llena de regalos para mí y mis hermanas. No sabía qué estaba experimentando. La ignoré. “¿Por qué ahora? ¿Por qué has vuelto? ¿Después de haber dejado a tu familia? ¿Piensas que puedes volver atrás así? Y ¿piensas que te perdonaremos y te recibiremos con los brazos abiertos? ¿Piensas que los regalos pueden llenar el vacio de todos esos momentos en los que no estuviste? No”. Así, Dios, te pedí que me mandaras a tus ángeles como mensajeros. No sé cómo y cuándo, pero sentía en mi corazón que me estabas escuchando. Recuerdo que le escribí también a María. Le dije que tenía necesidad de una madre. Y tú me respondiste en serio. Se dio ese día, cuando hablé con la abuela. Ella me ayudó a comprender que tenía que ir más allá del dolor que mamá nos había causado. Estaba Jesús dentro de ella. Y a pesar de todas las cosas feas que podemos hacer en la vida, su amor por nosotros no cambia nunca. Incluso si caemos y cometemos errores, él nos amará siempre, inmensamente. No fue fácil, tuve que liberar mi corazón, y dejarla entrar, poco a poco. Empezamos a construir una relación, y ahora mi madre forma parte de mi vida nuevamente. El amor que tengo por mi familia es tan grande que siempre habrá espacio para los errores y la aceptación. Puedo no tener una familia como la de las películas, pero tengo una historia que es real, y es mejor gracias a ti, mi Dios, que la has guiado. Y la has escrito. La vida no se detiene aquí, aún tengo muchas batallas por superar, hay tantos desafíos, pero una cosa es cierta, tengo confianza en tus planes para mí. Podría no entenderlos enseguida, pero tengo esta fe en mi corazón: siempre estarás para mí, no importa cómo».

Jesús pasa, y los jóvenes lo siguen

Jesús pasa, y los jóvenes lo siguen

«Para seguir a Jesús hay que ser jóvenes, o hacerse jóvenes. Él nos pide incluso que nos volvamos como niños: todos los días, en todo momento, liberándonos de la enfermedad de la senilidad espiritual. Que si el espíritu envejece, de alguna manera se anquilosa, y como tal no se presta ya a volar. Por lo tanto, cada vez hay que renacer, recomenzar, hacerse un hombre nuevo: Jesús. Se dice a menudo, como un lugar común, que la juventud de nuestro tiempo es escéptica, o incluso cínica… Si ello es cierto, se trata sólo de una pose, o tal vez de una moda, en las que pesa el asombro, mezclado con el estupor, de una generación que ha nacido a la vida en medio de un derroche inhumano y enorme de energías para fabricar la muerte. Un asombro que aumenta al ver la ignorancia con la que se insiste en el error, mientras se siguen introduciendo en la convivencia los explosivos de un maquiavelismo especulativo y ruin. Es el materialismo que asusta o desilusiona, o frena a esta juventud, que, por naturaleza, reacciona frente a un tenor de vida hecho sólo de cálculos económicos, sólo de diversiones sensoriales, sólo de lucha por el estómago… Ésta es la lección divina de esta crisis humana, en la que derramamos ríos de lágrimas, de tinta y de coca-cola: no se puede vivir sin lo absoluto. Jesús pasa, y los jóvenes lo siguen si lo ven: si el verlo no está impedido por el surgimiento de criaturas humanas, soberbias, o sea que se sienten más que los demás por dinero o poder político… Si los jóvenes descubren, tan sólo apenas, el rostro juvenil, puro y divino de Jesús, dejan padre y madre, noviazgo y dinero, comodidades y lisonjas, y lo siguen, primero por los senderos del apostolado y después por los del calvario. Ellos quieren a Cristo, y a Cristo crucificado. A Cristo entero, todo en todos: un único ideal. Y quieren su espíritu, que es la caridad: esa sangre divina, que vence a la muerte; que es inteligencia y sabiduría y vínculo de unidad.» Igino Giordani