Movimiento de los Focolares
Aquél gesto de amor me salvó

Aquél gesto de amor me salvó

«Soy Jean Paul. Una noche de 2015, cuando esperaba un ómnibus para volver a casa, me encontré con un joven en la estación. Para él, viajar solo, era arriesgado pues estábamos en una de las zonas más peligrosas de la ciudad, así que le propuse que viniera esa noche a mi casa. Como el ómnibus no llegaba, comenzamos a caminar. A lo largo del trayecto, fuimos agredidos por seis hombres. Nos dieron una paliza y después me tiraron en una cuneta, tal vez pensando que me había muerto. Allí estuve durante una hora en un estado de inconsciencia. Cuando me desperté, me di cuenta que no podía moverme desde el tórax hasta abajo. Me puse a gritar, después este amigo nuevo vino a auxiliarme: él no estaba gravemente herido como yo. Con la ayuda de algunas personas, me llevaron a un hospital cercano. Esa actitud de amor que yo había tenido hacia él, fue lo que me salvó la vida. Si no hubiera sido por él, me habría muerto. Después de una semana en el hospital, me trasladaron a Kigali, a Ruanda, la ciudad de Egide. Tenía una lesión espinal, no podía moverme porque estaba paralítico y muy dolorido» Egide: «Estaba asombrado porque él (Jean Paul) sonreía siempre, después de lo que le había pasado. A todos los que lo visitaban le infundía alegría y esperanza, era como si irradiara una luz. Durante el primer mes se ocupó de él, un amigo suyo, que debía también ir a la escuela. Entonces me ofrecí a tomar su lugar. No era fácil, había encontrado un trabajito, pero decidí dejarlo para estar al lado de Jean Paul todo el tiempo. Mi madre no comprendía, decía que ese trabajito, aunque fuera pequeño, era un buen comienzo, pero yo estaba decidido y ella me dejó ir. Le pedí a Dios que me indicara la forma de ayudar a Jean Paul. Nuestros amigos y familiares de Ruanda y de Burundi venían a visitarnos. Gracias a su amor, encontramos la fortaleza» «Después de algunos meses, me operaron. Me dijeron que no iba a caminar más. Después de un mes, nos trasladamos a un centro de rehabilitación para comenzar la terapia, que era muy exigente. Pero no me rendí. Hice los ejercicios con todas mis fuerzas y al final logré caminar. ¡Un milagro! Primero con dos muletas, posteriormente, después de un año, con una sola» «Esta amistad nuestra atrajo la atención de la familia de Jean Paul, de las enfermeras, de los médicos y de los otros pacientes, porque yo soy ruandés y el burundí. Durante el tiempo transcurrido en el hospital y en el centro de rehabilitación, él sufría mucho, pero seguía sonriendo. Todos estábamos asombrados de su actitud, de su valor y decisión. Con la ayuda de Jóvenes por un mundo unido y de nuestros amigos, pudimos superar los sufrimientos y vivir entre nosotros “más allá de toda barrera”. Nuestros amigos se alternaban para traernos comida. Poco a poco, una ong descubrió nuestra situación y nos brindó las comidas diarias. Pero Jean Paul me pedía siempre que llevara la comida a alguien que tuviera mayor necesidad. Lo hacía con alegría, diciendo que era el regalo de otro paciente» «Hace un año terminé la rehabilitación. Agradezco a Dios por haberme dado el valor de no sentirme derrotado. Pude también perdonar a aquellos que me habían lastimado. Perdonarlos no sólo me dio paz, sino que también me ayudó de algún modo a recuperarme más rápidamente. Quiero agradecer a los Jóvenes por un mundo unido y a sus familiares que me ayudaron a juntar el dinero para pagar los tratamientos» «Después de este período recibí dinero para volver a la escuela, y, al mismo tiempo encontré un trabajo mejor que el que había dejado. Agradezco a Dios, ¡nadie pensaba que Jean Paul habría caminado! Si una persona da todo por amor, no permanece sola»


En la Tierra hay una sola humanidad

En la Tierra hay una sola humanidad

«Los muros dividen naciones, culturas y personas. Crecí frente al muro que separa por un lado los Estados Unidos y por otro México. Me llamo Noé Herrera y nací en una ciudad de México, cuyo nombre, Mexicali, viene de México y California. Desde pequeño, me preguntaba por qué es tan difícil atravesar la frontera con los Estados Unidos. Estos dos países tienen muchos rasgos comunes en su cultura, como la comida, la lengua e incluso aspectos económicos. Tengo muchos amigos en ambos lados y mucha gente, como yo, va y viene de México a Estados Unidos y viceversa. Sin embargo, he visto que esta frontera representa un motivo de grandes sufrimientos para nuestros países. Lo vi en muchas familias que se separaron, en los inmigrantes que luchan por encontrar un futuro mejor, en los muchos prejuicios que hemos creado. Pero he visto que la gente es indiferente a esta situación. ¿Por qué? Porque nos hemos acostumbrado a ver esta división». «No hice la misma experiencia que Noé con el muro, puedo decir que desde los Estados Unidos es más fácil atravesar la frontera, que al revés. Me llamo Josef Capacio. Vivo en una ciudad del sur de California, San Diego, cerca de la frontera. Yo también vi la división en los Estados Unidos, pero por suerte aprendí, desde cuando era muy joven, a vivir por la unidad. A lo largo de los años una nueva percepción del mundo se abrió camino dentro de mí. Creciendo, expuesto a la multiculturalidad, no sólo la tolero ahora, sino que la he hecho mía. Pienso que es parte del motivo por el cual Noé y yo nos hicimos amigos. Yo no soy solamente Josef, norteamericano, nacido en una familia emigrada de las Filipinas, y él Noé, de la gran estirpe mexicana. Somos todo esto y algo más aún. Somos dos ciudadanos del mundo. Y no olvidaré nunca cómo nos conocimos. Tras haber pasado un año lejos de mi casa, y habiendo estado en una escuela de formación para jóvenes de los Focolares en Italia, me había entusiasmado con la idea de volver a casa y sostener nuestras iniciativas en California. Un amigo me sugirió que me uniese a un proyecto en Mexicali. Siendo honesto, al principio, no me gustaba la idea. Pero me mordí la lengua y lo escuché. Afortunadamente, después de haber conocido a Noé, me decidí a ir con algunos amigos. Ese día no se puede describir con palabras; fue una maravilla.» «El objetivo era mostrar nuestra visión de un mundo unido a través de una carrera simultánea a lo largo del muro. Había unas 200 personas de los dos lados, con un único mensaje: “Podemos estar divididos por un muro, pero estamos juntos para construir un mundo unido”. Mucha gente, de todas las edades, adhirieron y desde entonces se ha vuelto una cita anual en la que hemos involucrado a los gobiernos locales, de ambos lados. Después de ese primer gran evento, nuestro objetivo se volvió más visible. Josef y yo, con otros amigos de nuestros países, tuvimos la oportunidad de trabajar juntos en muchas actividades sociales, y también con el tiempo, hemos desarrollado relaciones de fraternidad y de verdadera amistad con nuestros vecinos más allá de la frontera. Descubrí que nuestros valores, objetivos y visión del mundo son muy similares. Somos todos iguales y puedo amar a su país como al mío». «Saqué esta foto durante uno de nuestros eventos, que me inspiró esta idea: “Hay, por distintos motivos, fronteras físicas, geopolíticas, económicas, de seguridad. Pero en nuestros corazones no hay barreras. Somos un único pueblo y queremos un mundo unido”. Los que tuvieron el privilegio de mirar a nuestro planeta desde el espacio hablan a menudo de una nueva percepción de la vida humana, en la Tierra. Desde allá arriba no hay fronteras. Desaparecen. Son invisibles, inexistentes. Los motivos por los que seguimos haciendo guerras se vuelven pequeños. Un astronauta llegó a decir incluso: “Desde aquí se ve claramente que sobre la Tierra somos una única humanidad”».

Embajadores por un mundo unido en Manila

Embajadores por un mundo unido en Manila

En el pasado mes de abril el “United World Project”, seleccionó a 25 jóvenes representantes de todo el mundo para desarrollar el rol de “Embajadores por un Mundo Unido”, con la función principal de trabajar por el reconocimiento oficial de la Semana Mundo Unido a nivel de Naciones Unidas. Durante el Genfest de Manila, se les ofreció la posibilidad de encontrarse por primera vez, con el objetivo de entrar en contacto directo con las comisiones nacionales de importantes organizaciones internacionales en Filipinas. Los primeros encuentros tuvieron lugar el 5 y 6 de julio visitaron la sede de la FAO y de la UNESCO en Manila con el fin de conocer más a fondo el trabajo de estas organizaciones y comenzar una colaboración para futuros proyectos comunes a través de New Humanity, la ONG que representa al Movimiento de los Focolares a nivel de las Naciones Unidas, dotada de estatus consultivo general desde el 2005 y que, a partir del 2008 es partner UNESCO. Los embajadores pusieron el acento en la necesidad de establecer estas relaciones para enfrentar juntos los grandes desafíos globales como los conflictos, las migraciones y el cambio climático, focalizando la atención en particular en una de las prioridades de la UNESCO, la educación a la ciudadanía global. Estos días en Manila permitieron desarrollar las relaciones entre los mismos embajadores: los encuentros entre estas agencias de las Naciones Unidas fueron una ocasión para reforzar su rol de “ingenieros” para una nueva cultura capaz de ir más allá de las etnias, de las religiones y los grupos sociales, promoviendo un espíritu de unidad entre los pueblos, ya sea a través de las acciones concretas locales como a nivel de organizaciones internacionales. Al mismo tiempo los jóvenes participantes fueron más conscientes de la importancia de desarrollar un equipo mejor preparado y competente en estos temas para reforzar el impacto; su trabajo continuará aunque haya terminado el Genfest gracias a la inspiración, la energía y la unidad experimentada, continuando el compromiso de Embajadores por un Mundo Unido. Michael Grueter

Amar, recomenzar, compartir

Amar, recomenzar, compartir

«Estoy realmente contenta de vivir aquí el Genfest con ustedes y con aquellos que están conectados. ¡Los saludo con todo el corazón! Soy testigo de la relación de Chiara con miles de jóvenes de todo el mundo: su diálogo con ellos siempre ha sido apasionante, abierto, sincero, caracterizado por la confianza. Era exigente así como lo son ustedes y estaba convencida de que las nuevas generaciones, que tienen en el corazón el ideal de la unidad, forman a hombres y mujeres nuevos que irradian esta luz, testimoniando que el mundo unido es posible, porque está ya presente y vivo entre nosotros, como hoy aquí. También yo he tenido la fortuna de conocer a jóvenes de todas partes del mundo y siempre me ha fascinado y enriquecido su vitalidad, creatividad, valentía. Chiara los ha retado a ser hombres y mujeres de la unidad, que logran llevar en su corazón los tesoros característicos de cada cultura y donarlos a los demás: mujeres y hombres mundo. En el Genfest de 2012 ustedes lanzaron un proyecto ambicioso, el Proyecto Mundo Unido. En estos años han llevado adelante muchas concreciones y la propuesta fundamental del proyecto –promover y difundir la cultura de la fraternidad– se ha extendido a otros muchos, también adultos y chicos. Sé que dentro de poco se lanzará un nuevo itinerario en continuidad con el proyecto que ya se está desarrollando, que nos hará transitar a todos por sus muchos caminos para realizar un mundo unido. Tenemos un objetivo grandísimo, pero sabemos que son los grandes ideales los que hacen la historia. Nuestro objetivo es: “Que todos sean uno”. ¡Ese “todos” es nuestro horizonte! Hacer nuestro aquel sueño de Dios nos une al Cielo y al mismo tiempo nos inserta fuertemente en la historia de la humanidad para que emerja en ella el camino hacia la fraternidad universal. Con la propuesta, que se lanzará ahora, el Genfest se concluye; todos regresamos a nuestros Países, a nuestras ciudades. ¿Qué haremos? Ese mundo unido, que estamos viviendo aquí, lo llevaremos por todas partes, allí donde vayamos para realizarlo en nuestra familia, en el ambiente de estudio, de trabajo, en el deporte… Hay un secreto para no perder nunca esta meta, que aquí en el Genfest se nos muestra tan bonita, tan viva, tan fascinante. Lo resumiría en tres palabras: ¡Amar! ¡Recomenzar! ¡Compartir! Amar es el secreto de una vida feliz, plena, interesante, siempre nueva, para nada aburrida, ¡siempre sorprendente! Recomenzar cuando las dificultades, el desánimo, los fracasos, nos aturden, haciendo que vacile nuestra pasión por el mundo unido. Los campeones del mundo se entrenan y vuelven a levantarse después de cada caída, hasta llegar a la meta. Compartir nuestras experiencias, nuestras alegrías, nuestras dificultades, nuestros talentos, nuestros bienes. Usemos todos los medios útiles para crear una red; lancemos las más variadas iniciativas para construir la unidad: operaciones de amplio alcance, local y mundial, y hagamos visible la fraternidad universal. Sabemos que la parte emergente de un iceberg se apoya sobre una base sumergida: del mismo modo la fraternidad se construye sobre gestos cotidianos y acciones realizadas con la fuerte convicción de que el medio más potente, que podemos usar para renovar el mundo, es nuestro corazón. Mientras nuestro corazón esté latiendo, podemos amar, podemos recomenzar, podemos compartir. La fraternidad universal comienza por mi – por nuestro corazón. Es el desafío fascinante que queremos vivir juntos para que el mundo unido llegue a ser un sueño realizado».

Dar esperanza al Mundo

Dar esperanza al Mundo

MANILA (Filipinas) – Acaba de finalizar la undécima edición del Genfest, en el que 6.000 jóvenes de los Focolares de más de cien países del mundo han puesto en marcha el proyecto “Caminos hacia el mundo unido”: caminos y acciones para acercar personas y pueblos, construyendo relaciones fraternales en los ámbitos de la economía, de la justicia, de la política, del medio ambiente, del diálogo intercultural e interreligioso que se lanzará en todo el mundo. “En la época de las migraciones crecientes y de los nacionalismos que avanzan, como reacción a una globalización exclusivamente económica que descuida la diversidad de culturas y religiones, – resume Maria Voce, presidente de los Focolares – el Genfest propone a los jóvenes un cambio de perspectiva: no detenerse de este lado de los muros personales, sociales y políticos, sino más bien, aceptar sin temor y prejuicios cualquier tipo de diversidad”. En los próximos años, por lo tanto, los Jóvenes por un Mundo Unido de los Focolares se comprometerán a crear una red de actividades, con el objetivo de enraizar en sus ambientes y países, la mentalidad y las prácticas de paz y solidaridad. “El 6 de julio fuimos a la sede de la FAO y de la UNESCO, aquí en Manila – dice Marco Provenzale – para presentar nuestros proyectos y ofrecer a las organizaciones internacionales el compromiso de muchos jóvenes que se convertirán en sus países en embajadores de fraternidad, con una misión precisa: promover acciones “beyond all borders”, como dice el título del Genfest, más allá de las fronteras culturales, sociales y políticas. El Genfest fue una fiesta y un compromiso al mismo tiempo, donde el arte y el entretenimiento también tenían como objetivo expresar la superación de las fronteras, como las dos noches de conciertos que llevaron a Asia al resto del mundo y viceversa. También fue muy visitada la Explo, una exhibición multimedia e interactiva que propuso una lectura a la inversa de la historia del mundo, vista desde la perspectiva de los pasos de paz de la humanidad y la centralidad del compromiso personal para construirla. Y para no quedarse en teoría, la acción Hands for Humanity les ofreció a los participantes la oportunidad de “ensuciarse las manos”: los jóvenes podían elegir entre 12 actividades de solidaridad, acogida y desarrollo urbano que se llevó a cabo en diferentes puntos de Manila. Historias más allá de los muros Sin embargo, las verdaderas protagonistas de esta undécima edición fueron las historias de los jóvenes que viven el drama de la migración y la segregación en la vida cotidiana. “Hoy se habla poco de quién vive el límite en la vida cotidiana – explican los organizadores – de quien vive ante muros, con una sensación de impotencia y deseo de redención”.

Aziz (Iraq)

Estas, son historias de relevancia actual, como la de Noé Herrera (México) y Josef Capacio (EE. UU.), que viven justo más allá de la frontera estatal, entre sus dos países. Noé tiene que afrontar todos los días horas de fila para ir a la escuela al otro lado de la frontera. ¿De dónde le viene la esperanza? De la amistad con Josef y otros chicos norteamericanos con quienes trabaja para difundir una mentalidad compartida de respeto y conocimiento recíproco. Aziz, por otro lado, es iraquí: ahora vive en Francia y hace una pregunta a los jóvenes del Genfest: “¿Alguna vez pensaste que un día, de repente, podrías perder todo: familia, hogar, sueños? Y tú, tú, ¿qué harías?”. Egide y Jean Paul, uno ruandés y el otro burundés, se encontraron en una circunstancia dramática. En una parada de autobús, Jean Paul fue agredido hasta casi matarlo. Egide lo salvó, ayudándolo durante meses. Un gesto extraordinario si uno piensa en la herida que nunca se cerró por el reciente conflicto entre sus países. Entonces, ¿hay una receta para superar los muros y las fronteras cuando todo parece ir en la dirección opuesta?, se pregunta el pueblo del Genfest. Maria Voce propone tres palabras que también son un programa de vida para todos los jóvenes que ahora están regresando a sus países: amar, recomenzar y compartir. Amar a los pueblos de los demás como al propio; recomenzar sin perder la esperanza de que sea posible otro mundo y compartir riqueza, recursos y pesos personales y colectivos. Y concluye desafiando a los jóvenes a ser hombres y mujeres de unidad, personas que llevan en sus corazones los tesoros de cada cultura, pero que también saben dárselos a los demás y ser, en definitiva, hombres y mujeres globales.


Comunicado de prensa – Manila, 8 de j ulio de 2018

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