Movimiento de los Focolares

Jornada Gen Mundial: Juntos por un bien más grande

Los Gen, jóvenes de los Focolares, apuntan a la santidad. Son jóvenes como todos, con sus alegrías,  dolores,  sueños y dificultades.  Pero saben que a una meta tan audaz no se llega de un día para otro. Se construye momento tras momento y no solos, sino juntos. Lo expresaron a través de sus testimonios de vida,  canciones y relatos en una jornada mundial donde se reunieron durante más de dos horas, el domingo 19 de diciembre de 2021. Margaret Karram, Presidente de los Focolares, en su saludo los invitó a estar atentos y construir con todos relaciones auténticas, profundas, deteniéndose ante cada prójimo para descubrirlo “aquí y ahora”. Les damos la palabra a ellos mediante esta selección de experiencias de vida contadas durante la jornada. Unidad en la diversidad La República de Indonesia reconoce algunas religiones oficiales: el Islam, el Cristianismo, el Hinduismo,  el Budismo, el Confusionismo, y las creencias tradicionales. La población más numerosa es musulmana. Esta diversidad hace que el diálogo interreligioso sea un diálogo de la vida cotidiana. Actualmente estoy haciendo una Maestría en Ciencias Farmacéuticas. En la universidad encuentro muchos amigos provenientes de las distintas islas, pertenecientes a distintas religiones. Algunas de ellas son muy cercanas, son como mis hermanas. Yo soy cristiana católica,  mi amiga de al lado es hindú y las otras son musulmanas. Durante el mes de Ramadán, a menudo acompaño a mis amigos a romper el ayuno. Una vez las invité a romperlo juntos en el Focolar. Se sintieron muy amados. Después de ese encuentro, uno de ellos escribió en su perfil de Instagram: “No tenemos el mismo background, ni religión,  ni edad, tampoco provenimos del mismo país, pero tenemos un sueño, crear una casa mejor para todos, esperar y rezar por un futuro próspero. Esperamos en un mundo universal, como dice el lema de nuestro país, “Bhineka Tunggal Ika” – “Unidad en la diversidad”. Vivo en una residencia donde la mayoría de las chicas son musulmanas. Cuando me transferí ahí, al principio me tenían miedo, porque parecía muy seria y la mayor parte de ellas nunca habían vivido con personas no musulmanas. Un día tenía muchos dulces así que pensé en compartirlos con ellas.  La relación entre nosotros está creciendo. Cocinamos juntas, comemos, hacemos deporte, jugamos juntas. Nuestra experiencia de convivencia ha expandido nuestro horizonte y estamos felices por ello. Tika (Indonesia) Amar más allá de nuestras fuerzas Tengo una hermana que estudia arquitectura. Desde hacía tres meses estaba dedicada a su trabajo de graduación trasnochado a menudo. Tenía que presentar un proyecto de una ciudad, preparar la documentación, la presentación y las maquetas. Normalmente los estudiantes recién ingresados ayudan a los avanzados, pero debido al COVID-19 mi hermana tenía que hacer todo sola. A un cierto punto me pidió ayuda a mí y a mi mamá. Le respondí con alegría: “¡Está bien! ¡Yo te ayudo!”. Sin embargo después pensé: “También yo tengo muchas tareas en este momento”. y me pregunté: “¿Habrá sido la decisión más sabia decirle que sí la voy a ayudar? Es una tarea importante para su graduación,  ¿lograré hacerla bien? ¿No sería mejor otra persona que conozca la materia?”. Sin embargo, viendo a mi hermana en dificultades pensé: “Si termino antes mis tareas voy a poder darle una mano”. Así, cada noche me quedaba ayudándola con sus tareas con todo el corazón, como si fueran las mías. Al final pudo entregar el trabajo concluido a tiempo, exitosamente. Me agradeció mucho y se sintió feliz por haber completado el trabajo, no solo ella, sino con la fuerza de todos. Sería mentira si dijera que ayudé a mi hermana al cien por ciento, sin quejarme, pero no me arrepiento de haberlo hecho, sentí mi corazón aliviado y contento. Además, dentro de mí sentí una pequeña alegría. Me vino a la mente la frase del Evangelio que dice: “Quien permanece en el amor vive en Dios y Dios vive en él”, y pensé: “¿Quizás Dios habrá vivido en mí?”. Rosa (Corea) Entre la guerra y la esperanza Estoy estudiando Ingeniería Informática. Desde niño trato de vivir la espiritualidad de los Focolares. En el último período sentía muy lejana la relación con Jesús y con María. Me preguntaba dónde está Dios y por qué Él permite las dificultades que vivimos en Siria, como la falta de electricidad, el aumento de los precios, la dura situación económica. Además, todo esto tenía incidencia en mi relación con los demás. Recientemente estuve un mes en Londres visitando a mis hermanas y participé en un fin de semana con los gen, los jóvenes de los Focolares. Esta experiencia me ayudó a encontrar muchas respuestas y a encontrarme a mí mismo viviendo la espiritualidad de la unidad. Nunca olvidaré el amor que encontré en los gen, un amor que llenó mi corazón… era como si nos conociéramos desde hacía mucho tiempo. Estas experiencias me impresionaron tanto que sentí que como consecuencia algo empezaba a cambiar dentro de mí. Cuando recién regresé a Siria también aquí había un congreso en el que puede participar. Por primera vez, debido a las difíciles situaciones de la guerra, después de 10 años logramos volver a encontrarnos. Fue una experiencia rica caracterizada por el amor recíproco y vivida como en una única familia. Experimenté que la paz interior crecía dentro de mí día tras día. Las experiencias vividas en esos dos fines de semana con los gen y las personas que encontré,  me dejaron una huella profunda en el corazón y me ayudaron a volver a ser la persona positiva que era, que mira hacia adelante con valentía. Existen períodos en donde, debido a la presión a la que estamos sometidos en la vida, perdemos la esperanza… es como si fuera el fin del mundo y ya no existiera nada. Pero si nuevamente experimentamos a Dios, Él con su gracia nos permite volver a Él y así descubrimos que las cosas difíciles que hemos vivido han sido como una pequeña participación nuestra a los sufrimientos de Jesús en la cruz. Nos damos cuenta que nuestros dolores son pequeños delante de Su sufrimiento vivido para redimirnos. Una cosa que siento que tengo que decir es que cuando vivimos momentos dolorosos en la vida, que parece que no tienen fin, ellos pueden terminar siendo luz, pero depende de nosotros pedir ayuda a Dios en la oración. Él siempre está dispuesto a ayudarnos y con gran esperanza podemos volver a empezar y también tener una relación cada vez más fuerte con Él. Paolo (Aleppo, Siria) Encontrar a los que más sufren Después del terremoto de hace dos años en Croacia decidimos emprender una actividad yendo a los lugares del epicentro. Buscando la mejor forma de poder ser útiles, el párroco de Sisak nos sorprendió, al pedirnos que colaboráramos con él preparando a un grupo de chicos para la primera comunión. Nos pusimos de acuerdo para ir todas las semanas durante algunos meses a la aldea de Capranske Poljane donde viven gitanos musulmanes y cristianos (ortodoxos y católicos). Con ellos estudiábamos el catecismo, hacíamos obras de teatro, juegos… A partir de estos encuentros nacieron relaciones bellísimas que continúan y siguen creciendo  también hoy. A través de los focolarinos también conocimos y visitamos una familia de Petrinja, que vive en una situación muy difícil (debido al terremoto pero también por la situación socioeconómica en la que se encuentran). Con la  ayuda de Cáritas logramos comprar material y herramientas para reparar su casa y para que pudieran regresar a trabajar. ¡En ellos renació la esperanza! En un encuentro con los gen sentí que tenía que dar un paso fuera de mi zona de confort -inspirado por el ejemplo de muchos en el mundo- quise “salir a la calle” para tratar de amar a los demás como a mí mismo. Un día fuimos a Sisak para hablar con el párroco de cómo seguir ayudando a la comunidad de gitanos y después fuimos a visitar a esta familia de Petrinja para llevarle algunas cosas de primera necesidad. Vimos cómo habían usado el dinero que habíamos recogido para arreglar su casa ¡que ahora es realmente acogedora! También les llevamos una laptop para que los niños puedan seguir sus clases on line. Me sentí como en mi casa. Había un lindísimo clima de familia. Aunque en ese momento no había hecho nada concreto por su situación, di lo que podía, a mí mismo con mi buena voluntad y un poco de mi tiempo. Estoy agradecido a Dios que me ha dado esta oportunidad de amar y quiero seguir amando porque he experimentado una alegría centuplicada que quiero compartir con los demás y ahora con ustedes. Thiana y Peter (Croacia)

Chiara Lubich: ¡Sirvamos a todos!

La Palabra de Vida para este mes de septiembre nos invita a ser servidores de todos. Es la condición necesaria para ser el primero. Si queremos ser grandes, debemos hacernos pequeños ante el hermano, atender sus necesidades, estar a su lado. Si Jesús que es el Señor y el Maestro, lavó los pies (una acción reservada a los esclavos), también nosotros si queremos seguirlo, –sobre todo si tenemos determinadas responsabilidades–, estamos llamados a servir a nuestro prójimo con la misma concreción y entrega. Es una de las paradojas de Jesús. Se la comprende solo si se piensa que la actitud típica del cristiano es el amor, ese amor que lo lleva a ponerse en el último lugar, que lo hace pequeño delante del otro, tal como hace un papá cuando juega con su hijo más pequeño, o ayuda en las tareas de la escuela al mayor. Vicente de Paul llamaba “mis patrones” a los pobres y los amaba y los servía como tales, porque en ellos veía a Jesús. Camilo de Lellis se inclinaba sobre los enfermos, lavando sus llagas, acomodando su cama, “con ese afecto –escribe él mismo– que una madre amorosa suele tener por su hijo único enfermo”[1]. Y cómo no recordar, más cercana a nosotros, a santa Teresa de Calcuta, que se agachó junto a millares de moribundos, haciéndose “nada” ante cada uno de ellos, los más pobres de los pobres. “Hacerse pequeños” ante el otro quiere decir tratar de entrar lo más profundamente posible en su alma, hasta compartir sus sufrimientos y sus intereses, aunque a nosotros nos parezcan poca cosa, insignificantes, pero que sin embargo constituyen el todo de su vida. (…) “Vivir el otro”, por lo tanto, y no llevar una vida encerrada en uno mismo, llena de las propias preocupaciones, de las propias cosas, de las propias ideas, de todo lo que se considera nuestro. Olvidarnos de nosotros, posponernos para tener presente al otro, para hacernos uno con cualquiera hasta descender con él y ayudarlo a elevarse, hacer que salga de sus angustias, de sus preocupaciones, de sus dolores, de sus complejos, de sus limitaciones, o simplemente para ayudarlo a salir de sí mismo e ir hacia Dios y hacia los hermanos y así encontrar juntos, la plenitud de la vida, la verdadera felicidad. También los hombres de gobierno, los administradores públicos (“quien gobierna”), a cualquier nivel, pueden vivir su responsabilidad como un servicio de amor, para crear y custodiar las condiciones que permiten que todos los amores florezcan (…). Desde la mañana, cuando nos levantamos, hasta la noche, cuando nos acostamos, en casa, en la oficina, en la escuela, en la calle, siempre podemos encontrar una oportunidad para servir, y para dar gracias cuando por el contario somos servidos. Hagamos todo por Jesús en los hermanos, no descuidando a nadie, más aún, siendo nosotros los primeros en amar. ¡Sirvamos a todos! ¡Solo así somos “grandes!”.

Chiara Lubich

(Chiara Lubich, en Parole di Vita, por Fabio Ciardi, Opere di Chiara Lubich, Città Nuova, Roma, 2017, pp. 717-719) [1]     Cf. Scritti di San Camillo, Il Pio Samaritano, Milano-Roma 1965, p. 67.

Evangelio vivido: un llamado al servicio

A pesar de las fragilidades y los miedos de los discípulos, Jesús tiene confianza en ellos y los llama a seguirlo para compartir su misión, que es la de servir a todos.  Servir, no tanto como un esclavo, que está obligado a su trabajo, sino como una persona libre que ofrece generosamente sus capacidades y sus fuerzas. Solidaridad con los gitanos La pandemia ha agudizado los problemas sociales de nuestro territorio. Y uno de los problemas más graves en nuestro ambiente es el habitacional. Mucha gente no sabe cómo resolverlo y vive en situaciones de angustia y a veces de gran deterioro. Con mi parroquia, en un momento ayudamos a una familia a mudarse de una choza húmeda y en ruinas, a una vivienda más digna. Ese gesto sirvió para superar ciertos prejuicios; porque era como si pensaran que si el Padre Peppino y los demás reciben a extranjeros gitanos, quería decir que son personas como nosotros, a quienes podemos y debemos ayudar. Para ellos se puso en marcha una verdadera competencia de solidaridad.  Hubo quien donó muebles, quien se ocupó de transportarlos y armarlos, algunos se encargaron del contrato y otros de los servicios.  M., madre gitana de dos niños preciosos, ni bien volvieron del hospital en donde había estado internada por el Covid-19, me dijo: “Estoy emocionada y quería agradecerles, porque nunca me sentí querida como me quieren ustedes y toda la comunidad”. (Padre Peppino – Italia) Haz a los demás… En el colegio tenía un compañero de clase perezoso y muy malo en matemática. Varias veces le había insistido en que debía poner más empeño en estudiar, pero nunca obtenía resultados. En las pruebas del primer semestre salió insuficiente.  Se sintió humillado delante de todos y lloró. Aunque no había escuchado mi consejo y era culpa suya, una frase venía a mi mente: “Haz a los demás lo que quisieras que te hiciesen a ti” y pensé en ayudarlo.  Me ofrecí para darle clase de matemática y él, sorprendido y feliz, enseguida accedió. No fue fácil llevarlo a un nivel aceptable, pero se dio un pequeño prodigio pues en el examen del segundo semestre obtuvo un resultado superior a la suficiencia. (Radu – Rumania) Proximidad Hace unos diez años, cuando vivir en Siria se había vuelto difícil para nosotros cristianos, nos preguntamos si debíamos quedarnos.  Muchos parientes y amigos habían optado por partir y por las noticias recibidas parecía que habían encontrado ambientes tranquilos, sin ruidos de armas, terrores y peligros.  Sin embargo, por más que hagamos poco, nos parece que nuestra presencia aquí, día tras día, es una verdadera misión.  No es una cuestión de dar testimonio de nuestra fe o de fidelidad a la patria, sino de esa proximidad de la que habla el Papa Francisco. Estamos seguros de que para nuestros hijos –aunque siga siendo difícil– también será una gran maestra de vida. (V.M. – Siria)

Recogido por Maria Grazia Berretta

  (extraído de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año VII, número 4, septiembre-octubre de 2021)  

Evangelio vivido: donarse a los demás

Ser los primeros en amar, amar desinteresadamente, amar siempre, enseguida y con alegría. Es una oportunidad para encarnar el arte de amar en nuestra vida. Es allí donde nace la comunión fraterna, casi por atracción. Es vida nueva, un mundo que cambia. Fisioterapista En el centro donde estaba trabajando habían disminuido las solicitudes debido al Covid, de modo que durante el día tenía muchas horas libres. Entonces me dieron el permiso para ayudar en un reparto de contagiados. También otros colegas siguieron mi ejemplo. Un día uno de ellos me contó confidencialmente que su servicio nunca había sido tan humano y solidario: “Sólo ahora me doy cuenta de lo que significa un gesto de solidaridad, una caricia, aunque tengas guantes. Me parece que he descubierto una dimensión más humana de mi trabajo. Quisiera que mis hijos hicieran este servicio, porque es una verdadera escuela de vida”. (J.H. – República Checa) Nuestra proximidad Cuando el Papa Francisco habla de “proximidad”, parece que anula todas las reglas que nos hemos creado con respecto a un cierto estilo de vida. Para él lo que cuenta es el otro y nuestra capacidad de acogida. Un día en la oficina nos pusimos a hablar al respecto con una colega que en cambio pensaba que esta actitud sin normas está arruinando a la Iglesia. La escuchaba sorprendido y desanimado ante su seguridad al condenar al Papa, a pesar de ser una mujer inteligente y, a su modo, católica practicante. A partir de ese día evité tocar el argumento y cada vez que ella me atacaba con algún artículo sobre el Papa, trataba de cambiar la conversación. Hace un tiempo me avisó por teléfono que no podía venir al trabajo porque tenía problemas con una hija anoréxica. En cuanto pude fui a visitarla. Efectivamente la vida de la chica estaba en riesgo. Mi esposa es psicóloga y, gracias a su habilidad, logramos empezar a frecuentarnos. Ahora su hija está mejor, viene a menudo a nuestra casa. La colega me escribió un mensaje: “Ahora comprendo lo que quiere decir el Papa con la palabra “proximidad”. (F.C. – Francia) Voy yo Mi maestro de primaria nos había contado la historia de un soldado, quizás un alpino, algo especial: estaba siempre disponible para cualquier tarea, incluso la más ingrata, y decía a sus superiores:“Vago mi” (Voy yo). Hasta que “Vago mi” (como lo habían apodado) no regresó más, lo mataron en la guerra. Esa muerte, que era el sello de una vida caracterizada por el altruismo, impactó mi fantasía de niño. Habría querido ser como él. En fin, “Vago mi” se convirtió para mí en el modelo de quien se prodiga por los demás. Y esto muchos años antes de encontrarme con Aquél que dio la vida por nosotros y dio sentido a mi vida. (Giuseppe – Italia)

 A cargo de Lorenzo Russo

  (Tomado de ”Il Vangelo del Giorno” (El Evangelio del día), Città Nuova, año VII, n.4, julio-agosto 2021)

Evangelio vivido: siembra amor

Dice San Agustín: “Una vez para siempre, se te da una breve norma: ama y haz lo que quieras. Si callas, calla por amor; si corriges, corrige por amor. Que en ti esté la raíz del amor y todo lo que hagas será sólo el bien. Pon amor… Nunca habría imaginado que me casaría con un desconocido. De hecho, mi esposo manifestó un egocentrismo que lo alejaba de los demás. En realidad, escondía una tremenda sensación de inferioridad. Me había dado cuenta de ello cuando, para no herirlo, no podía alegrarme ni siquiera por los logros de nuestros dos hijos. ¡Y pensar que en un momento me sentía sostenida por él! Ahora, ese apoyo firme se había desvanecido y yo me sentía abrumada. Fue en ese contexto que el mensaje de una ex compañera del colegio –que luego había entrado en un convento– me anunció su decisión de dejar el camino que había emprendido. Fui a verla y ella me habló de su soledad, de ideales que se habían derrumbado, de envidias y celos en una comunidad como la suya, que tenía fines humanitarios. Me pareció verme a mí misma reflejada en un espejo. Nos encontramos varias veces más y una frase de San Juan de la Cruz, que ella citó, me iluminó en lo que tenía que hacer para intentar salvar la familia. La frase era: “Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor”. Empecé a esforzarme por hacerlo. No fue fácil, pero hoy las cosas han cambiado, tanto para mí como para ella.  (M.d.A. – Albania) Quedarme en  Siria Hace unos diez años, cuando la vida se había vuelto difícil para nosotros cristianos, nos preguntamos si teníamos que quedarnos en nuestra patria. Muchos ya habían decidido partir. Creo que han encontrado ambientes apacibles, sin ruidos de armas y sin miedo.  Pero aunque hagamos poco, nos damos cuenta de que nuestra presencia aquí se ha vuelto una misión. No es cuestión de testimonio y fidelidad a nuestra fe, sino de proximidad, ésa de la que habla el Papa Francisco. Estamos seguros de que para nuestros hijos también esta situación, aun no siendo fácil, será una gran maestra de vida. (V.M. – Siria) Aprendamos de los pequeños Kanna nació en una familia cristiana y va al jardín de infantes. Muchos de sus compañeros y la misma maestra son de otras religiones. A finales de año, la maestra saludó una por una a todas las niñas; cuando llegó a Kanna, le dijo: “Te agradezco porque nos has hecho conocer a Jesús.  Cuando nos hablabas de él, se sentía que estaba a tu lado. Nos has enseñado las oraciones que has aprendido en tu casa y que son muy bonitas. Esta mañana te vi cuando le regalaste a una compañera el premio que habías recibido y ese gesto me conmovió. Yo estoy por casarme, pero antes quiero recibir el bautismo y para ello me estoy preparando, porque quiero creer en Jesús como tú”. (Z.J. – Japón)

Recogido por  Lorenzo Russo

  (extraído de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año VII, número julio-agosto 2021)